Estábamos en un elevador en el Museo del Oro de Bogota, cuando Manuel, uno  de nuestros amigos se encontró con una conocida de Mexico que no veía desde hace mucho tiempo. Cuando se enteró que iríamos a Cartagena, le dijo que no dejáramos  de ir a un restaurante que su hermana le recomendó mucho.

El organizador de nuestro grupo, Ricardo, se puso listo y sin que los demás supiéramos, decidió llevarnos en la última noche al dichoso restaurante.

Llegamos todos sin saber sobre lo que nos esperaba. Nos hemos llevado una experiencia de vida muy impresionante. Resulta que el restaurante se llama Interno y está en la cárcel femenina de San Diego ( en Cartagena ). Es un restaurante que atienden las reclusas.

Identificas a las reclusas porque todas tienen una camiseta negra  que dice “Yo creo en las segundas oportunidades.»  Cocinan, «meserean» y hasta cantan durante la cena.

La impresión fue muy grande. Comenzamos a escuchar las historias de las reclusas y nuestros corazones comenzaron a salirse de sus ataduras. Muchos teníamos un nudo en la garganta y los Kleenex comenzaron a circular.

Tuvimos además la suerte de que la fundadora, Johana Bahamón estuviera presente y nos platicó de cómo había sido artista y que después de haber sido juez en un certamen en alguna de las cárceles, se había dedicado a desarrollar este programa. Con la boca abierta escuchábamos como la reincidencia de las reclusas de esta cárcel era de menos del 1%. De cómo el trabajo, el sentirse útiles y el contacto con clientes y los recursos que se destinaban al familiar que ellas eligieran; las transformaba para seguir con unas vidas productivas.

Cenamos muy rico. Convertimos esa experiencia en una fiesta de cariño para con las reclusas. Ellas nos cantaron, apapacharon y vivimos una de las mejores experiencias que hayamos tenido. La revista Time dice que es una de las mejores 100 experiencias en la vida. A mi me parece que está dentro de las mejores 10.

Las cocineras atendían a través de las rejas, pero las meseras que  ya estaban próximas a salir; podían – si querían – salir por la puerta que estaba de hecho abierta y daba a la calle. Te mandaba el mensaje claro y fuerte de : «La puerta esta abierta en tu vida; es tu decisión lo que hagas.»

No echarían esta oportunidad por la borda. Nos decían que sus familias y sus nuevas vidas las estaban esperando.

Dejamos el penal y después de caminar una “cuadrica” llegamos a una plaza que estaba muy iluminada y llena de vendedores que mostraban animadamente sus productos. La música sonaba alegremente y una brisa suave y refrescante nos abrazaba deliciosamente.

Volteando hacia el penal, aún podía ver el techo de la estructura. Todavía tenía en la mente las sonrisas, los cantos y los abrazos que se dieron las reclusas cuando fuimos a aplaudirles a través de las rejas.

Tenía muchos sentimientos al mismo tiempo en mi corazón. Agradecimiento. Alegría. Admiración. Y por supuesto un compromiso conmigo mismo de poder contribuir para  cambiar y mejorar tantas cosas y situaciones que veo, que vivo y de las cuales soy testigo. Que no necesariamente están bien.

Yo también creo en las segundas oportunidades. Espero aprovecharla al 100.

¿Quisieras tener una segunda oportunidad en algo importante para ti? ¿Que tanto la necesitas?

¿Podrías ayudar a algunos a que tengan su segunda oportunidad?

¿Su segunda oportunidad podría a ti darte tu segunda oportunidad?

Vamos haciendo que esto de las segundas oportunidades se haga como una cadena que inicie hoy y que no termine nunca.

Saludos y abrazos de Johana, Kristal y Sandra…

restauranteinterno@gmail.com

CARCEL SAN DIEGO  Calle 39 Cartagena Colombia  +57 310 260 0134