Al ir empezando a escribir estas reflexiones diarias, me propuse escribir los miércoles una reflexión espiritual para mí.

Y este miércoles resultó ser día de San José. Si, el esposo de María y el padre en la tierra de Jesus. Y como que no me saltó inicialmente nada que me pareciera digamos WOW de el.

Claro que José fue el maestro de lo humano de Jesus. Le enseñó a hablar, las costumbres de su pueblo, los deberes caseros. El oficio de la carpintería. Cuánto cobrar a los clientes. Descuentos especiales a clientes y pedidos especiales. Como regatear por una buena carga de madera. Cómo hacer «patitos» con una piedra plana en el Nilo. Cosas que los papás enseñamos a los hijos.

Tuvo que creer cosas que son a todas luces de no creerse. Y hacer caso a sus sueños. Y hacer caso a los preceptos legales e irse a empadronar con todo y la señora a punto de dar a luz. 

Y luego irse de viaje forzado a Egipto para cuidar a su niño. Sin duda que su fidelidad a María y a Jesus fue de niveles de Santo. 

Siempre me ha llamado la atención su capacidad de aceptación de la voluntad de Dios para con el. Aceptó todo lo que le mandaron. Y luego apenas Jesus inició su gran encomienda y su vida pública ya no escuchamos más de José.

No recuerdo más de el. Al parecer ya su papel ya no era importante y no sólo pasa a segundo plano sino que desaparece por completo. Así tenía que ser. 

Así que después de dos dias de rumiar el tema de José, me encuentro con un José que realmente merece ser llamado Santo.

Y un Santo al cual Jesus amó mucho cuando estuvo aquí vivo entre nosotros. Me encontré conque le es grato que tratemos también con el que fue su padre en la Tierra y que le gusta que le pidamos lo que necesitemos.

Nos dice que vayamos con José y le pidamos lo que necesitemos y que a través suyo nos será concedido. Lo que necesitemos; no tanto lo que queramos.

Que pierdes Oca?

Ve con el y pídeselo.

Saludos a todos y buen fin