La semana pasada estuve en las oficinas de la CDMX. Me impresionó encontrarme con unas oficinas que una vez estuvieron llenas de vida y de movimiento, ahora estaban mas bien con las luces apagadas y sin gente. Piso tras piso con escritorios vacíos. Con la presencia tangible del bichito, del aislamiento total, del miedo.

Me llamó demasiado la atención, porque en la misma compañía, pero en las oficinas de Ixtapa, la realidad es otra. Acá en el hotel, nos han permitido ya, desde un semáforo amarillo del estado de Guerrero a operar al 60%.

Tenemos ya en casa a casi 140 familias, unos 700 huéspedes y otro tanto de colaboradores que los andamos atendiendo, cuidando y entreteniendo. Estamos vendiendo a nuestros clientes con un porcentaje de venta muy alto y me parece que la satisfacción de los clientes nunca ha sido tan alta.

Nuestros protocolos, el premio y nuestro enfoque en actuar desde el corazón nos están haciendo tener uno de los mejores meses de nuestra historia.

Mientras en Ixtapa estamos requiriendo más personal y estamos trabajando a tambor batiente, en la CDMX seguimos «con las luces apagadas». Claro que algunos departamentos sobre todo administrativos están trabajando desde casa bien y bonito, pero hay otros de producción que se están perdiendo de la fiesta que tenemos en Ixtapa.

¿Sigues teniendo tu o tu compañía – o parte de ella – , “las luces apagadas”?

¿Sigues en la creencia de que todo está obscuro, peligroso y actuando con exceso de miedo?

¿Sigues como congelado y aún estás encerrado, como en pausa total y esperando “señales claras” antes de poder moverte?

¿Tu corazón también esta con las luces apagadas y como no puedes ni abrazar, ni tocar, ni nada, estás «nomás viendo como pasan los días» y dejas pasar oportunidades maravillosas de expandir tu corazón y generar una abundancia maravillosa?

¡Prende las luces!

Ya es tiempo.

Jorge Ocaranza Freyria