Matilda estaba encantada de ver a sus amigas. Recién llegaba de un trabajo de voluntaria en comunidades muy desfavorecidas del sur del Sudán. Había estado haciendo un trabajo muy intenso y alejada de cualquier comunicación y no las había visto en casi 5 años.
Le pidió su coche a su hermano y pasó por Lichita. Se dieron un gran abrazo de bienvenida y fueron a recoger a sus demás amigas. «Lichis» comenzó a preguntarle 20 cosas al mismo tiempo, pero dejó de hablar para mandarle un mensaje a Rigoberta para que estuviera lista. Pero vio que tenia algunos mensajes pendientes de contestar y sin querer queriendo se sumergió a teclear furiosa y rápidamente en su teléfono.
Maty no había estado muy en contacto con los celulares así que encontraba divertido lo que su amiga hacía. Aunque no entendía porque no seguía con sus preguntas y su interés para con ella. Sintió un «alguito» de malestar al no sentirse tan importante como los temas que atendía su amiga.
Pronto estuvieron sus 4 amigas en el coche y parecía una gran fiesta de cariño, de carcajadas y de anécdotas de todas al mismo tiempo. Hasta que como por arte de magia los celulares comenzaron a vibrar y sus cuatro amigas se volcaron a atender toda una serie de asuntos que al parecer eran de suprema importancia.
Maty comenzaba a irritarse por lo que estaba sucediendo, pero se tranquilizaba diciéndose que seguramente su irritabilidad se debía al cambio de horario tan grande entre Sudán y Guadalajara.
Las cuatro amigas pusieron sus celulares en la mesa del restaurante a donde fueron a desayunar e increíblemente contestaban tanto llamadas como mensajes que les llegaban y que se mandaban entre ellas. A Maty le parecía una falta de educación tremenda el que verdaderamente la dejaran en «Hold» mientras atendían a no se quién. Una majadería, como decía su tía «La Pelos»
Hizo lo que pensó sería lo correcto. En un movimiento rápido se subió a la mesa y tomó los cuatro celulares. Bueno tres, porque Miriam había reaccionado como gata furiosa y le había arrancado el celular que estaba siendo secuestrado.
Maty les dijo que después de tantos años quería platicarles y escucharlas y que parecía que los celulares las tenían como poseídas. Miriam se negó a darle su celular diciendo que estaba en medio de una emergencia y que no podía separarse de él. Las otras tres estaban diciéndole que por favor se los regresaran y que no volverían a verlo si no es que recibían una llamada muy importante.
Matilda estaba impresionada. Tenia ganas de aventar los celulares a la fuente que estaba junto a la mesa. Y de hecho hizo la finta de hacerlo, ante lo cual recibió una serie de reacciones violentas por parte de ellas. ¡ No te atrevas !, ¡ Ni se te ocurra ! Y de hecho hasta un grito casi de ultratumba que la dejó helada.
Maty dejó los teléfonos y pidiendo perdón se fue al baño a respirar.
¿ Qué carambas nos ha pasado con estas maravillas tecnológicas ?
¿ Cómo es posible que hayamos permitido este nivel tan lamentable de déficit de atención para con los que están con nosotros mientras «atendemos al mundo» ?
Sin querer queriendo, hemos permitido que el aquí y ahora sea una nube difusa entre lo que el «celular nos manda» y lo que deberíamos estar haciendo con las gentes con las que estamos conviviendo, atendiendo, o la verdad ; debiendo atender.
Como diría «la tía Pelos» de Matilda, » ¡ No te hagas güey mijito(a), imponte y corrige lo que tengas que hacer con ese aparatito «.
Saludos a Matilda, a la Lichis, a Rigo y sobretodo a la poderosa tía.
P.D. La gente sí se molesta y se siente desatendida con tus hábitos celulareños o celurarezcos.
Buen día
JOF