Escuché este fin de semana una historia verídica que me gustó mucho .
Después de un temblor, le pidieron a unas madres de familia que enviaran una lata de atún a un centro de acopio para ayudar a los damnificados por un sismo. La señora fue a comprar su lata de atún y mirándola pensaba: » ¿ cuanto podría servir una lata de atún a una familia? «. Por unos instantes pensó que realmente era muy poco.
Años después, le tocó a ella sufrir las consecuencias de un temblor. Perdió su casa y fue llevada a un albergue para damnificados. Al segundo día, ya con mucha hambre; recibió una lata de atún como alimento para ese día. Lo agradeció en serio.
¿ Cuantas veces te han pedido que des «una latita de atún» y por cualquier cosa, has terminado sin darla ?
¿ Cuantas veces te han pedido que escuches, que acompañes, que abraces, que aportes o que arregles algo que puedes arreglar muy fácil ?
Esa lata de atún le puede ser de gran utilidad a otra persona que esté pasando por momentos difíciles y complicados.
¿ Cuantas veces ya te ha llegado tu lata de atún ?
Esa ayuda que tanto has necesitado en esos momentos que para ti fueron tan difíciles.
Seamos generosos con los demás.
Seamos agradecidos con quienes nos han mandado nuestra «lata de atún».
Me recuerda mucho esta meditación a la película de “ Cadena de Favores “. El protagonista, un niño de primaria logra cumplir con una tarea y proponer que cada uno hiciera tres favores desinteresados a tres desconocidos. Logrando una cadena que cambiaría la vida de muchos y en una de esas un poco al mundo.
¡Que la cadena empiece o siga pues! . Te invito a que inicies la tuya. Aunque no sea el objetivo, cuando lo necesites ; recibirás de regreso “tu lata de atún”.
Buena semana
JOF