Viajé este fin de semana pasado con unos amigos a un lugar de playa. Eramos 8 y llegamos a un lugar espectacular. El único tema es que solo 7 de los 8 tendrían un cuarto maravilloso y el último usaría el cuarto de servicio. La diferencia era abismal, notoria y de verdad apabullante.
Así que cuando saqué el papelito y leí “ Cuarto de Servicio ” sentí como se me ponían rojas las mejillas.
Mi parte mental matemática pensó : “ ¡¡Que mala suerte, tenía 87.5% de probabilidades de no perder!! “ . Mi parte de amigo cool puso cara de “ No se preocupen; estoy bien “, mi parte de luchador social pensaba “ No es justo, hay que repetir el sorteo … “. Total me aguanté y llevé mis cositas a mi nuevo cuarto.
Curiosamente ahí empezaron las bendiciones ocultas. Me dijo uno de mis amigos que sin duda podía dormir en su cama king; los dos cabíamos sin problema. Otros dos insistieron después que me fuera con ellos a sus cuartos. Así que fui recibiendo muestras de solidaridad que realmente aprecié.
En esta casa de playa no existían los aires acondicionados. Así que a media noche todos sudaban como verdaderos puerquitos. No había manera de poder dormir porque los ventiladores que tenían las habitaciones daban al tul que cuidaba a las camas de los mosquitos. Y a través del tul no pasaba el aire del ventilador.
Excepto en el cuarto de servicio. En donde no había tul y el viento del ventilador espantaba a los mosquitos y refrescaba al buen Oca que dormía como bebe.
¿Cuantas veces pensamos que nos “ha ido mal en la repartición que la vida nos ha dado”?
¿Cuantas veces pensamos que otros tienen mejor trabajo, mejor pareja, mejores hijos o hasta mas inteligencia que nosotros?
En el momento de la verdad, cuando el calor arrecie y requieras realmente de ti o de otros es cuando te darás cuenta de la verdad.
En ese momento, los grandes baños de los vecinos valían puritito gorro.
En esos momentos, la vista y ubicación de los otros cuartos no tenía importancia. Ni el tamaño. Ni el ruido de la cocina por las mañanas.
Tenía un ventilador desvencijado que funcionaba y que me permitió dormir como necesitaba dormir.
¿ Realmente habré perdido el volado ?
¿ No será que la vida me ha dado lo que verdaderamente necesito y me conviene ?
Muchos Saludos
JOF