Por primera vez en su vida, la Sicóloga sudaba copiosamente. Empezó a escuchar a su paciente y lo que ésta persona le decía, le resonaba de manera increíble. “Doctora, es como si tuviese en mí a dos personas, una que actúa, que sufre, que no puede contenerse, mientras que la otra observa lo que la primera piensa y hace. En esas ocaciones, cuando logro ver lo que mí Yo inconsciente hace, con mi Yo consciente, entonces pareciera que esos comportamientos pudieran dejar de darse.»
Mientras la doctora le hablaba a la paciente, sentía como si se estuviese hablando a ella misma.

«Imagínese que todos tenemos un viejo Yo y un nuevo Yo.
El viejo Yo ha sido programado por diversos factores: Familia, amigos, escuela, trabajo y demás.
Hay temas en el viejo Yo que no me ayudan, que no me gustan y que no me sirven.
Suceden de manera programada y aparecen de manera inconsciente.
Hasta que me hago consciente de los sentimientos que no me gustan o no me sirven Y DECIDO CAMBIAR.
Miedo, angustia, coraje, escasez, celos, egoísmo, desamor o lo que sea.
Cuando hago consciente el sentimiento, se empieza a romper la programación inconsciente que tengo.
Decido conscientemente qué nuevo sentimiento quiero tener. Programo al nuevo Yo.
Fijo el nuevo sentimiento y lo decido con energía nueva.
Esa nueva energía atrae hacia mí lo que proyecto.
De manera consciente, voy programando a mi nuevo Yo, a mi nuevo inconsciente, consciente.
Me voy acostumbrando… Me gusta…
Permanezco consciente de mi nueva programación.
Contacto con mi Dios y le pido su ayuda. Él se encarga.
Agradezco, está hecho.»

La paciente le pedía a la doctora que le volviese a repetir para que pudiese escribir lo que acababa de oír. Sentía que había escuchado algo que la ayudaría mucho.
¡¡Abrazo fuerte de despedida al viejo Yo y de bienvenida al nuevo Yo!!
Jorge Oca