Roberta estaba temblando de frío de los pies a la cabeza. Había salido del turno vespertino de su pequeña escuela rural y de camino a su casa la agarró una lluvia, primero necia y luego vengativa. Al principio, Roberta había cantado de emoción cuando las primeras gotas le quitaban el calor del día. Eran las primeras lluvias y estaba harta de tanto polvo y de tanto calor. Después de brincar de charco en charco, la lluvia arreció y la empapó completamente. Chilló de emoción y cuando vio la bajada cubierta de hierba cerca ya de su casa, no pudo evitar aventarse y deslizarse por la colina abajo. Ya llegó con escalofríos a su casa y empezando a estornudar.

La lluvia le salió cara a Roberta, estuvo varios días en cama y con fuertes dolores de garganta. Roberta no era de las niñas que le gustara quejarse por todo. De hecho, casi siempre le veía lo positivo a las cosas y vivía cantando y bailando. Ahora que estaba sin ir a la escuela y sintiéndose mal, vio en las redes que hoy era precisamente la mitad del año y que algunas gentes proyectaban mentalmente como sería la mitad del año restante.

Tomó su cuaderno y una pluma y empezó a escribir.
«Físicamente decreto que me cuidaré. Comeré sanamente y limitaré sobre todo los carbohidratos en mi dieta. Haré un esfuerzo por dormir y descansaré lo necesario para que mi cuerpo se recupere y sane. Haré el ejercicio necesario para que mi cuerpo esté mucho mejor.»
«Mentalmente me dedicaré a pensar positiva y productivamente. Seguiré con temas de estudio y lectura que me ayudan mucho. Seguiré meditando al menos 5 veces a la semana.»
«Con respecto a lo emocional me concentraré en preguntarme al largo del día ¿Cómo estoy? Me juntaré con gente positiva y seguiré con mi diario de la gratitud.»
«En lo social, seguiré atendiendo y juntándome con mi gente especial. Esa gente en mi familia y en mis amigos que me quieren, que me aportan tanto y con los que crezco y soy feliz.»
«En lo espiritual, revisaré mis días y veré “si contaron”. Mantendré mis estudios y prácticas espirituales.»
Roberta cerró su cuaderno y sonrió. Ella sabía que cada vez que ella proyectaba lo que quería, el Universo se lo concedía. Ya se sentía mejor y estaba lista y enfocada para la segunda mitad de este 2022. Estaba segura que vendrían muchas cosas positivas y nuevas para ella. Obvio que ella pondría de su parte, pero ya hasta se sentía mejor. Mañana iría a su escuela y tendría un día sensacional.
Un abrazo a todas las «Robertas y Robertos» que proyectan el resto del año, que se toman su tiempo y escriben lo que buscan lograr.
Abrazo,
Jorge Oca