«Angel´s Landing» y la cadena

Estábamos en Zion, un increíble Parque Nacional de Utah en los EUA e íbamos subiendo por Angels Landing, uno de los senderos para caminar mas famosos del parque. Llevábamos dos horas y la subida iba poniéndose cada vez mas interesante y empinada. Las vistas por lo mismo eran cada vez mas increíbles y poco a poco el esfuerzo requerido era mayor.

Habíamos subido unos 500 metros de elevación y caminado unos 3.5 kilómetros, cuando llegamos a la etapa final de la subida. Aquí ya aparecían letreros en donde te decían que la subida a partir de aquí sería difícil y que si tenías miedo a las alturas o vértigo, de ninguna manera continuaras.

Se veía desde este punto la cima a lo lejos y veíamos unas personas como unos puntitos, unas hormiguitas terminando de llegar. Iniciamos pues, la última etapa del camino. Nada nos preparó para lo que vendría. La pendiente subió de manera muy importante y casi casi íbamos escalando de manera muy vertical. El esfuerzo físico de inmediato cambió y nuestro pulso subió y empezamos a sudar mucho. El gran tema era el mental. El sendero se hizo muy estrecho y a cada lado de él, las caídas eran verticales hasta muchos metros abajo. Muchos me refiero a cientos. Cualquier caída sería fatal. 

No podía entender como estos gringos preciosos que son luego tan cuadrados y orientados a la seguridad permitían que la gente hiciese este camino. Había letreros que hasta ahora habían tenido 10 muertos y que la idea era que ya no hubiese mas. Ibamos super concentrados y cada paso era pensado al 100. Parte del chiste también era que no éramos los únicos en intentar la cima. Venían muchos subiendo y muchos bajando. Así que mucho era organizarse con los demás para subir, dejar subir y dejar bajar. Como siempre en una comunidad que andábamos en lo mismo, muchos estábamos en el mismo canal, pero otros no necesariamente habían ido a la clase en la primaria del sentido común, otros ya estaban sentados con medio ataques de pánico y otros esperaban a que el pulso se les normalizara. Eramos como hormigas caminando hacia el premio final.

Había sin embargo un elemento que disminuía el riesgo de manera muy importante y que era fundamental. Esta etapa tenía una cadena de fierro, soldada a unos postes que te ayudaba en la subida y en la bajada. Sin ella, no sólo muchos no hubiésemos, ya no digamos logrado subir, sino siquiera haber pensado en subir. Por supuesto que además, el riesgo hubiese subido considerablemente y las fatalidades hubiesen sin mayor problema subido al 1000. La cadena te daba tranquilidad, paz y te iba ayudando a controlar a la loca de la casa, esa que vive en nuestra cabeza y que luego logra hacer que seamos miserables y hagamos cosas raras.

Llegamos a la cima, nos sentimos totalmente realizados y viendo una vista sensacional no pude dejar de pensar en tantas lecciones que la subida me había dado.

La dichosa cadena era una seguridad bestial para que todos pudiéramos lograr nuestro propósito.

¿Quién es la cadena que le da esa seguridad, esa confianza, esa paz para lograr lo que sea en tu vida? 

Creo firmemente que es Él quien es mi cadena y que con Él y junto con Él es que podré subir por cualquier pendiente. Aguantar cualquier tormenta, cualquier desgracia posible. Aferrado a Él, a La Cadena, podré lograr llegar a cualquier cosa que yo crea y Él quiera que llegue.

También pensé en como la compañía en el camino y en el viaje es fundamental. Nos íbamos cuidando, echando porras y en todo momento teníamos la clara conciencia de que el objetivo era llegar juntos, llegar bien y de paso ir disfrutando el camino. Tener un buen compañero en el camino es fundamental.

En otro nivel, también le dije a mis compañeros de camino que yo sería su cadena para cuando quisieran, necesitaran o tuvieran que agarrarse de alguien. Creo que nos pusieron en esta etapa de nuestra existencia para que fuésemos la cadena de otros. 

Por lo mismo habrá que cuidarnos mucho, para que seamos cadenas sólidas, firmes, agradables, sanas y demás.

Les mando un abrazo cariñoso, ratifico a mi «Cadena Mayor» y a mí como su cadena, digamos menor.

Buena semana.

Jorge Ocaranza Freyria

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