Estaba en mi sueño discutiendo inteligente y apasionadamente con alguien más. Yo quería por supuesto tener la razón y que esta persona viera las cosas como yo las veía. Quería que aceptara mi verdad; LA VERDAD. Estaba teniendo problemas con ella. No se dejaba y no estaba respetando quién yo era. Hasta que llegó un momento en el cual me dijo: “No quiero que me quite más mi tempo. Esta discusión se ha terminado”. Súbitamente se terminó mi acalorada discusión, mi pesadilla y mi propósito de esos momentos.
Así que ahí me tienen, poco antes del amanecer teniendo la sensación de que acababa de regalarme mi inconsciente una lección que me iba a ayudar el resto de mi vida.
¿Cuántas veces se enfrasca uno en discusiones, jaloneos y negociaciones con otras personas que lo único que nos están generando es un enorme desgaste de energía y de pérdida de tiempo?
¿Cuántas veces queremos que la gente vea la cosas como nosotros las vemos y olvidamos el propósito de lo que debía ser en primer lugar esa reunión? Queríamos convivir, ayudar o en algunos casos, dar instrucciones y termina uno en senda batalla por querer convencer, controlar o dominar.
¿Cuántas veces los demás quieren hacer exactamente eso con nosotros? Controlarnos, dominarnos o darnos instrucciones. Y hacen que perdamos nuestro tiempo o energía de manera miserable por convencernos de ver las cosas como ellos las ven. Hay ocasiones en donde lo que uno tiene que hacer es obedecer, seguir las instrucciones y acceder. Hasta tenerle confianza al líder, jefe, pareja o quién sea.
Lo que pienso es que no hay partido si no hay mínimo dos contendientes o participantes. Si decides «a tiempo» dejar de perder tu energía o tiempo, o que “el otro” no te lo quite, entonces se acabará la contienda. Y tendrás la oportunidad de no desgastarte innecesariamente.
Creo que las contiendas han durado más en mi vida porque yo lo he permitido. Porque he querido salirme con la mía y porque no he visto con claridad, toda la energía y todo el tiempo que luego decido invertir para probar puntos que luego a nadie le interesan, mas que a mí. Para luego seguir con la siguiente contienda y asegurarme de probar mi siguiente punto.
Hoy decido cuidar como perro mi energía y mi tiempo y dejar amarrado a «mi perro interno» que luego me hace perder tantísimo tiempo y sobre todo tantísima energía.
¿Habrá que escoger «las batallas» por mínimas que parezcan ser?
¿Habra que decidir «ni luchar» con muchos?
¿Habrá que controlar al «perro interno»?
Prefieres tener la razón o ser feliz?
Eso nos toca hacerlo de manera consciente y decidirlo todos los días de nuestras vidas.
Muchos Saludos,
Jorge Ocaranza Freyria