«No enturbies tus amores con idealismos que llevan a la frustración ni exigencias desmedidas que provocan desilusión. Ama de modo realista y de modo cabal desde la verdad y solo en la verdad de lo que eres y de lo que son los demás es que puede florecer la posibilidad de amar.» Fuente: Teresa Alarcón
Tania era una mujer muy linda de casi 20 años. Era linda en su exterior y también en su interior. Vivió toda su vida en una pequeña isla de la Polynesia Francesa y se había ganado una beca otorgada por una Organización que ayuda a jóvenes talentosos y los mandan a estudiar a universidades prestigiosas. Tania llevaba escasos dos meses en París y su vida, pero sobre todo su mente habían sido totalmente revolcados. No entendía lo que sucedía.
En casa ella había llevado una “vida normal”. Iba a la escuela, jugaba con sus amigos, hacía sus tareas, era parte del coro de la iglesia, del equipo de volleyball playero y su pasión era leer. Es cierto que el internet y la televisión casi no se veían, pero la diferencia entre ella y sus compañeros, en muchos aspectos era grande.
Aquí en París, las expectativas eran otras. Parecía que todo mundo tenía que pretender ser lo que no eran. Luchaban por un cuerpo que no tenían, por relaciones que no eran, digamos posibles. Como que idealizaban, o los medios los habían hecho idealizar los diferentes aspectos de sus vidas. Tania los veía frustrados. Frustrados de no alcanzar, ni ser capaces de verse como se veían “los modelos” que los medios les vendían. A Tania le gustaban más «las cosas de adentro que las de afuera» y veía que sus amigos sufrían mucho sobre enfocándose a «las de afuera».
También los veía sufrir porque veía que en sus relaciones idealizaban a sus parejas, a sus hijos y a sus amigos y más que disfrutar todo lo que Sí tenían, vivían inmersos en buscar, desear y tratar de encontrar lo que ellos simplemente No tenían.
A Tania eso le parecía increíblemente perverso y hasta tonto. No disfrutar digamos el 85% de maravillas que tenía alguien, al sufrir el 15% que no tenían. Patético, pero al mismo tiempo veía a mucha gente vivir vidas angustiosas y frustradas por eso. A ella, su abuela le había enseñado tres cosas fundamentales; a ser REALISTA, a COMPRENDER y a vivir con CONFORMIDAD.

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La base de su felicidad era vivir no bajo un Idealismo que alguién mas – o ella misma – se impusiera, sino en un Realismo – sin caer en pesimismos – en donde ella se aceptaba tal cual era. Era preguntarse lo que le dolía y lo que le importaba. Con todos su defectos, pero también con todas sus cualidades, dones y talentos. Ese realismo en ella y en sus padres, hijos, amigos y demás la hacía disfrutar cada día de lo que eran y le daban. Ni más ni menos. «Hay lo que hay, entre mas alto es el idealismo, mas grande y fácil el que te frustres» – le decía la abuela.
Luego le habló de Comprender. Le solía contar a la orilla del mar que comprender era Emprender con. Le decía que era decidir «subirte al barco con el otro» y que entonces era más fácil que surgiera la Empatía, la Compasión, la Solidaridad y la Capacidad de Entrega. Eso le gustaba mucho a Tania.
Lo que mas le gustaba era cuando su querida abuela le hablaba de la Conformidad. «La Conformidad no es Conformismo mijita, es – Hacerte a la Forma – del otro. Es hacerte a tu forma. Es hacerte a la forma de tu casa, es hacerte a la forma de tu trabajo, es hacerte a la forma de tu país. Es hacerte – o dejarte hacer – a la forma de Dios.»
«Tu cuerpo, tu matrimonio, tus hijos, tu familia política, tus colaboradores, tu país no necesariamente son perfectos – idealizados – . Pero eso no quiere decir que no cuides lo que hoy tienes. Tampoco quiere decir que no rompas una de las premisas básicas que es la de luchar por mejorar siempre y que trabajes en lograrlo. Es como si fueses una plastilina. La calientas – te calientas y abres – un poco y te das forma. Aprovechas, celebras y gozas lo que tienes. Decides formar parte de los demás, los aprovechas por lo que son, amas no la idealización de ellos sino su realidad que de paso es bellísima. Eres feliz viviendo en la verdad y no en una irrealidad.»
“La Verdad os hará libres”, recordó Tania de alguna lectura de su Biblia. Pensó en que esa frase era muy actual y tan real…
Sonriendo, tomó su mochila y se dispuso a tomar su siguiente clase. ¡Cómo extrañaba su querida Isla en el Pacífico! Seguiría aprendiendo tantas cosas y apuntando lo que no formaría parte de su vida, ni lo que podría convertirse en una Nueva Creencia impuesta por alguién mas y que le traería tanta frustración. Su viaje a París le estaba enseñando mucho.
Fuente : Teresa Alarcón instagram: teresaalracondept
Saludos,
Jorge Ocaranza Freyria