Mi querido amigo GB me recomendó que viera la serie de Chernobyl. “Es una de las mejores series que he visto. Además, ya le pedí a mis Jefes, Gerentes y Directores que la vean porque tiene muchos aprendizajes sobre comunicación, liderazgo y manejo de crisis.»
Hay veces en donde es peligroso que uno suba mucho sus expectativas. Luego no queda uno satisfecho. En este caso, la recomendación fue sensacional.
Mas que platicarles la serie, que de verdad tienen que ver, les quisiera compartir algunos temas que me parecieron relevantes.
NO ESCUCHAR
Es patético en la serie, como los líderes y jefes no escuchan a sus colaboradores. Las consecuencias son tan grandes, que aunque en este caso existieron miles de muertos debido a negligencias y una combinación de factores, pudieron haber sido de cientos de miles de vidas.
En nuestras vidas, las consecuencias de NO ESCUCHAR son graves y pueden llegar a ser gravísimas. NO ESCUCHAMOS. No lo hacemos por varios factores. Primero, porque lo primero que queremos es que nos escuchen a nosotros y que nuestros temas, necesidades y agendas se cumplan. Lo que tú me quieres decir o tratar de explicar viene en segunda instancia (en el mejor de los casos). Segundo, porque no sabemos escuchar. No tenemos ni la capacidad, ni el hábito, ni el interés por escuchar. Siendo líderes de pequeños o grandes equipos, el escuchar de verdad es probablemente uno de los mejores y mas productivos hábitos que podríamos desarrollar. Recuerdo a Sir Richard Branson, llenando libretas y mas libretas con los comentarios, sugerencias y peticiones de clientes y colaboradores. Convertir en acciones realizables esos comentarios puede por un lado evitar tragedias como la de Chernobyl y por el otro lado, generar valor sustancial a otros y por tanto lograr desarrollar productos y mercados exitosos.
Lo que supongo tenemos que desarrollar muy bien también es escucharnos a nosotros mismos. Tampoco tenemos el hábito desarrollado para escucharnos bien. Para entender qué queremos. Para descubrir que NO queremos. Para ver el porqué nos esta molestando algo o alguien. ¿Qué es en verdad lo que me molesta?. ¿Cómo le hago para filtrar el tremendo “ruido” y la tremenda «prisa» con el (la) que vivimos y me escucho de verdad. Otro tema es actuar en consecuencia. Por lo pronto aprendamos a escucharnos.
ESCAPARSE DE LA REALIDAD
En la serie, vemos como líderes, grupos y demás viven una irrealidad. ¡Qué peligroso es repetirse una mentira una y otra vez! La mentira puede convertirse en “realidad”. Y entonces esa mentira no nos permite ver los hechos reales que están frente a nuestras narices. Los ignoramos. Queremos que sean diferentes. Nos convencemos de que son diferentes. Queremos convencer a los demás que son diferentes. Sin embargo, la verdad, los hechos, están frente a nosotros. Representan claramente la realidad. En el caso de la película, el reactor no existe más. La radiación sí existe y existe en serio. Los efectos futuros existirán y provocarán consecuencias devastadoras. Suceden y sucederán a pesar de que no los quieras ver. O que no te convenga verlos. O que sea doloroso verlos. O que te gustaría que fuesen diferentes. O qué en otras ocasiones algo o alguién los resolvió “milagrosamente”.
En nuestras vidas y en las relaciones con nuestros prójimos, suceden eventos tipo Chernobyl. Sucedieron por el conjunto de eventos que no se debieron de haber presentado, pero que ya se presentaron. Ya estalló el reactor. Ya sucedió lo que no solo no era imaginable, sino técnicamente imposible de ocurrir. ¿Qué vas a hacer? ¿Cómo vas a controlar los daños? ¿Cómo vas a controlar la radiación? ¿Qué tanto vas a tener que arreglar para que las consecuencias no sean aún mas catastróficas? ¿Vas a seguir en la irrealidad? ¿O mas bien le vas a entrar como algunos héroes en la serie y evitar un desastre aún mayor?
¿Eres de los héroes que entendiendo los problemas, los temas, le entras al “toro por los cuernos” y logras salvar lo salvable?
¿O mas bien eres de los que están más a gusto en su irrealidad y siguen defendiendo lo indefendible?
Tu decisión.
Saludos a todos los héroes anónimos.
Jorge Ocaranza Freyria