Cabo Pulmo es un lugar maravilloso. Se encuentra casi en la entrada del golfo de Cortez y Jaques Cousteau dijo que «era el acuario del mundo.» Hace un par de días estábamos buceando ahí y buscábamos ver a un gran cardumen de júreles y a un buen grupo de tiburones.
El día era soleado y maravilloso. Sin embargo ya era tarde y después de la primera buceada, el viento corría intenso desde el norte y levantaba olas lo suficientemente grandes que obligaban a la panga en la que íbamos a ir despacio y a empaparnos y movernos como en una montaña rusa intensa.
Los primeros cinco minutos fueron chuscos. Los siguientes molestos y los que siguieron francamente lastimosos. El agua salada nos entraba a los ojos en cada golpe de la lancha contra la ola. El estómago se nos revolvía con las subidas y bajadas. Los golpes del casco con las olas nos cimbraban y parecía que nunca íbamos a terminar con lo que se suponía era agradable.
Mis hijas y mujer veníamos callados, cada uno manejando el malestar a su modo.
Me di cuenta de que era un tema mental el de controlar a la desesperación que esperaba turno para presentarse. Fue entonces que empecé a fluir. Entendí que el tema era no luchar en contra de las olas. De las subidas y bajadas. En contra del agua que se metía por todas partes. En contra del tiempo que parecía no avanzar. Había que fluir con lo que sucedía. Hacerse uno con la lancha. Disfrutar el momento. No sufrirlo. Fluir pues.
Todos logramos fluir mientras íbamos botando como locos. Después cuando en el agua, hubo que subir los equipos a la lancha y esperar a que todos saliéramos del agua. Las olas eran muy grandes. La mente estaba lista para salir descarriada y pasarla mal. Logramos fluir.
¿Cuántas veces logramos sobrepasar situaciones adversas, molestas y problemáticas cuando fluimos con la situación?
¿Cuántas veces intentamos darle batalla a «las olas grandes» que se nos presentan y que evidentemente no podemos hacer nada para calmarlas o hacer que desaparezcan?
Hay gente que dice que son una prueba, o una lección. Otros decimos que están porque están. Porque hay viento. Porque en diciembre así es. Porque la gravedad existe.
Hay que aprender a fluir y sobrellevar los temas sobre los que no tenemos control. Lo tenemos sobre nuestras mentes y sobre nuestra actitud. Esa es la batalla.
Aprendamos a fluir y a sobrepasar momentos difíciles, pesados y problemáticos. Justo a la vuelta de la esquina está el premio. En nuestro caso fue un cardumen increíble que nadaba plácidamente abajo de las olas embravecidas. Lo disfrutamos en serio y nunca lo olvidaremos.
¿Y tú? ¿De que tienes que aprender a fluir y cuál es el cardumen que disfrutarás en su momento?
Saludos,
Jorge Ocaranza Freyria