Adelaida amaba disfrazarse. Desde pequeña tenía siempre varios disfraces, digamos «de moda». Uno de una princesa, otro de una bailarina, uno más de una sirenita. De joven, los accesorios y vestidos para toda ocasión suplían a los disfraces de pequeña. Pintaba su cara, cambiaba su pelo, usaba un sombrero, una pashmina o una bufanda. Los zapatos y los bolsos terminaban con el efecto deseado.

«Ade» tenía hoy una fiesta de reconocimientos. Amaba su trabajo y quería ir y hacer algo único y excepcional. Abrió su closet y vió toda su ropa y sus accesorios y se quedó pensando en cómo quería vestirse. Como se quería disfrazar.

Por unos instantes estuvo consciente de que ella decidiría el disfraz que usaría en la fiesta.

¿Iría de guapa? ¿O de triunfadora?¿Acaso de alguien con actitud de servicio? ¿De inalcanzable y lejana? ¿De víctima y quejumbrosa?

Se dio perfectamente cuenta de que podría «sacar de su closet» lo que necesitara para ponerse el disfraz que quisiera. Se quedó helada. ¿Cuántas veces se habría disfrazado de tal o cuál actitud o creencia sin siquiera pensarlo ni decidirlo. Le quedó claro que durante muchas etapas de su vida, no necesariamente se había puesto el disfraz que ella quería. Ni el disfraz que necesitaba o le convenía…

Su mente o su Yo Falso habían decidido ponerse tal o cual disfraz…

¿Y tu….?

¿Estas consciente del disfraz que te pones todos los días?

¿Es un disfraz que te permite brillar, hacer brillar; estar feliz y hacer a otros felices?

¿Te disfrazas de temas que mas bien te hacen estar vibrando negativamente?

¿Te tomas unos minutos para estar consciente de lo que quieres sacar de tu closet?

¿En el fondo, no será que tu Verdadero Yo, es alguien maravilloso y por alguna razón lo cubres y no lo sacas?

El mundo, los demás y por supuesto que tú mismo necesitan que tu Yo Verdadero aparezca e ilumine a todos.

Abrazo cariñoso,

Jorge Oca