Este fin de semana, vi en una serie de televisión una escena que me impresionó mucho. Logró sacarme las lágrimas y moverme en serio.
En un accidente automovilístico, una joven de unos 16 años había quedado con muerte cerebral. Su madre, había decidido donar su corazón para salvar la vida de otra joven que sin él moriría en cualquier momento.
Cuando la llevaban a los quirófanos para que la operaran, las despiden unas 50 personas del hospital. En silencio muestran su respeto y admiración por este gesto tan grande de amor. The Walk of Honor. El Camino del Honor.
No pude dejar de pensar en lo que fue el «Camino del Honor» de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, en donde dio la vida por mi y por ti. Supongo que el sacrificio máximo sea dar la vida por alguien más.
Creo también que podemos hacer infinidad de cosas por los nuestros y por los demás. Dar nuestro tiempo, nuestros recursos, nuestros sacrificios, nuestro silencio.
Nos ha tocado también ver cómo otros entregan algo importante de ellos para alguien con una gran necesidad. Es siempre un privilegio ser testigos de este tipo de eventos. Ver esas «caminatas» es muy motivador.
Todo pareciera estar enfocado en nuestro mundo en nuestra satisfacción inmediata. En que sintamos rico, bien, mucho y de inmediato. Pareciera que no está de moda el que nos olvidemos de nosotros mismos – aunque sea por un tiempo – y nos ofrezcamos a los demás.
La vida nos presenta ocasiones en donde podemos decidir y hacer esta caminata por alguien necesitado. Esa «caminata» que pueda cambiarles la vida por completo. Esa caminata que les cambie el rumbo. Que los salve de esa esclavitud. Que les de esperanza. Que los haga sentir queridos.
Está en nosotros estar pendientes y dispuestos para cambiar la vida de esas personas y de paso la nuestra.
Caminemos mucho.
Nos caerá bien.
Buena semana,
Jorge Ocaranza Freyria
mispensamientosreflexiones
Speechless….
Me gustaMe gusta