María José estaba esforzándose con todo su ser por no quebrarse. Estaba en el Hito – Hospital Infantil Teletón de Oncología – y estaba intentando hablar con Pedro, uno de los niños de su grupo. A Pedro le acababan de amputar su pierna y estaba ahí, sentado, viendo todavía con incredulidad el hueco dónde recién estaba su otra pierna.

Movía la otra de abajo hacia arriba, probablemente de manera inconsciente, como diciéndose así mismo: «todavía tengo esta». María José luchaba por controlar un torbellino de emociones que intentaban salir a borbotones, no sabía de verdad qué decirle a este chiquito.
Como muchas veces sucedía, el pequeño fue quién dio la catequesis…
“La verdad, Miss, es que no estaba dentro de mis planes el que perdiera la pierna… esta enfermedad se ha portado de manera terrible… pero eso sí, le tengo que decir que no voy a estar enojado con Dios ni me voy a separar de Él…”
María José se quedó petrificada. ¿Cómo era posible que este pequeñito estuviese reaccionando así?
Con la boca abierta, se llevaba una increíble lección de abandono, de lealtad, de aceptación y de confianza.
Un gran sentimiento de no sé que, invadió a María José. Como muchos de nosotros, muchas “pequeñas – y grandes – cosas” la habían sacado de su paz y de su tranquilidad. Por supuesto que en su día a día y en su vida, muchas cosas habían sucedido «que no tenía dentro de sus planes» y claro que le habían generado todo tipo de reacciones y situaciones. Algunas que habían durado poco tiempo mientras otras le habían durado años y que aún «cargaba».
Ahora se llevaba una gran lección. Recibía un Gran Regalo. Alzaba la cabeza y mandaba un beso al cielo como diciendo: “ Gracias por la gran lección”.

Abrazo equipo.
Jorge Oca
Anónimo
viviendo mi duelo, justamente ayer expresé lo enojada que estaba con Dios.
Hoy abro esta reflexión y lo estoy tomando como un mensaje, gracias por sus reflexiones.
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meditacionesparami
Me da gusto que el universo a su manera te mande mensajes y porras… Abrazo
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