Susanita era una niña increíble. Gozaba de la vida como pocas personas. Todo le parecía bien. Su desayuno, su escuela, sus muñecas y las fiestas de sus amiguitas. Todo era maravilloso. Cuando le regalaron su primer perro, ella casi estalló de la increíble emoción que sintió por él. Se enamoró muy rápido y años después comprendió que fuese uno de sus primeros grandes amores.
El perro se “enamoró” también de “Susy” y juntos pasaban tardes enteras jugando, acompañándose y creciendo juntos. Por alguna extraña razón, Susana se encargó desde pequeña de su querido “Muffin”. Estaba pendiente de educarlo para que fuera al baño donde debería, que comiera bien, que recibiera mucho cariño, sus baños y visitas al veterinario.
Susana iba a casa de sus amigas y veía cómo los perros no necesariamente estaban bien atendidos. Se les veía retraídos y distantes o agresivos. Unos muy flacos o muy gordos y varios olían mal. No podía creer cómo era posible que tuviesen esos seres maravillosos con ellos y que no se encargaran como era debido.

Cuando entró a la Universidad, Susana vio como muchos de sus compañeros y sus familias no se estaban cuidando como era debido. Lo asoció de inmediato con la responsabilidad que ella tenía para con su perro adorado. Se dio cuenta cómo muchos no cuidaban la comida “de su propio perro”, no cuidaban lo que «se metían» a través de las redes y de la televisión, ni por temas de adicciones “aceptadas”. Veía cómo les afectaba clara y grandmente.
Susana entendió de que la gente no era consciente de que tenían que cuidar de la mejor manera a “SU PERRO”. Y entendió que el perro podría referirse a su cuerpo. También podría referirse a sus relaciones con sus familiares y amigos. “El Perro” por cuidar, alimentar y bañar podría referirse a su trabajo o a sus encargos, misiones o creencias.

¿Es tu perro?
¿Te queda claro que es tuyo y de nadie mas?
¿Te das cuenta que tú – y solamente tú – eres quién lo tiene que cuidar?
Como me decía mi Papá, no te hagas guaje y báñalo…
¡Saludos Equipo!
Jorge Oca