Lucy estaba muy emocionada. Estaba a punto de probar un pedazo de pastel y era una de las cosas que más le gustaban en el mundo mundial. Lucy vivía en una de las cañadas de “Zihua” junto con sus dos hermanitas. Su papá se había ido de la casa hace tiempo y su mamá trabajaba mucho para mantenerlas.
Siempre veía a su mamá corriendo. Preparando el desayuno, hacíendo el quehacer, llevándolas al colegio, corriendo para su trabajo en un depa de Zihua, haciendo la comida, ayudando con las tareas y cuidando a la abuela que también vivía con ellas.
A Lucy la habían aceptado hace un mes en casa para Niños del Pacífico y estaba fascinada. Lucy era muy buena para el colegio, aunque apenas iba en segundo año de primaria, había sacado puros dieces. Su mente era ágil, le gustaban los números, las palabras y los pequeños cuentos que había comenzado a leer.
En Casa para Niños, le daban después de la escuela; de comer, clases de inglés, de computación, de valores y hasta de soñar!! A Lucy le gustaba mucho la comida, no sólo porque era deliciosa, sino porque ya estaba comiendo todos los días. Al principio no quería comer para no acostumbrarse, no fuera ser que luego no le dieran de comer diario; eso era horrible para ella. Luego se sintió muy mal, porque su hermanita Sofi, no estaba comiendo como ella, pero la Miss Marlene le dijo que no se preocupara que le mandarían una despensa a su casa.

Lucy estaba contenta porque ella se había visto los últimos días en el espejo y se veía un poco más chapeada y menos flaca. Se gustaba más así. Sabía que la comida diaria le estaba ayudando. El cariño de sus maestras y de los de la casa le habían ayudado mucho también, se sentía mas segura y como que se reía más.

Lo de los trabajos manuales le gustaba mucho. Colorear a su gatita querida era su pasión. Hoy cumplía 22 años la Casa para Niños del Pacífico y había fiesta. Para ella muy bien porque habría pastel. Para otros más de 100 niños que asisten diariamente también y para los miles que han pasado durante estos años, esperamos que hoy se acuerden con cariño de este “pequeño empujón” que la vida les dio.

Muchas gracias a todos los padrinos, voluntarios, maestros, persónal de intendencia y donatarios que han puesto su grano de arena. Ahora Zihuatanejo tiene médicos, abogados, maestros, chefs y hasta una Paleontóloga por ahí que lograron detonar su vida habiendo pasado por aquí.

Nuestro compromiso es con estos niños y niñas tan listos e inteligentes que por alguna razón han nacido en un ambiente con muchos retos para ellos y sus familias. Felicidades a este proyecto y a tantísimas almas amorosas y comprometidas que han trabajado y siguen ahí todos los días. ¡¡Que Dios los siga bendiciendo mucho!!
Abrazo equipo !!
Jorge Oca