La lluvia no aparecía, junio llegaba y el campo estaba seco. Los cerros estaban grises, el polvo estaba en todas partes, el calor estaba fuerte de verdad. Los incendios aparecían por todos lados y las plantas morían por falta de agua o por el fuego. El alimento para animales se acababa, algunos morían y otros eran vendidos a precios absurdos. La gente volteaba a ver el cielo y pedía y seguía pidiendo que lloviera.
Parece que en nuestro país y en nuestro mundo hay una especie de sequía importante.

Una sequía por falta de paz, por falta de amor. Parece que lo que sobra es el miedo, la preocupación y la angustia.
El Covid y la manera en como lo hemos procesado, las situaciones políticas y financieras mundiales y nacionales nos tienen como esa tierra árida en donde hace mucho tiempo que no llueve.
Necesitamos de repente esa lluvia urgente de esperanza, de paz, de misericordia, de amor…
Como aquellos antepasados que le bailaban y cantaban a la lluvia, pareciera que tenemos que bailarle y cantarle a “esta lluvia” que tanto necesitamos…
- En este caso, detonándola con nada más que lo mismo; con nuestra gota de agradecimiento por lo que tenemos, de esperanza por lo que somos, por la Fe que tenemos.
La tormenta comienza normalmente con el famoso “chipi- chipi “ . El tema es que pongamos nuestra gota y «jalemos» a otras (gotas).
Así como hemos aprendido lo que logra un bicho contagioso motivado, así hagamos que con nuestro actuar, con nuestro ejemplo; contagiemos a otros para que la lluvia comience constante y fuertemente.
Somos muchísimos más los que queremos que «llueva y siga lloviendo».
Te invito a poner de tu parte en cada una de tus interacciones con los demás…
Te invito a que estés consciente y de tu papel clave en cada instante del día.
Necesitamos tu gota. Necesitamos de «tu baile de lluvia».

Hagamos una cadena de lluvia.
Que la esperanza, la paz, el amor nos inunden.
Cada gota importa. La tuya es fundamental.
¿Le entras?
Buen baile,
Jorge Oca