El Doctor Stevenson estaba completamente admirado. El departamento de investigación que presidía en una Universidad de Ohio, había llegado a descubrir algo sorprendente. Como científico, sonreía y movía al mismo tiempo la cabeza de lado a lado. El doctor Stevenson era el jefe de la Unidad de Nutrición y cuando apenas comenzaban los años setentas, estudiaban el efecto de una dieta tóxica, una dieta muy alta en colesterol. El objetivo era bloquear las arterias de los conejos, duplicando el mismo efecto en las arterias humanas.
El estudio comenzó a arrojar resultados consistentes en todos los grupos de conejos, excepto en uno. Extrañamente en este grupo, se observaron 60% menos síntomas que en los otros. Al revisar el protocolo, la alimentación había sido la misma y el perfil de los conejos también. Por accidente se descubrió que la única diferencia había sido, que la persona que estaba a cargo de estos conejos, antes de alimentarlos los había sacado de sus jaulas, los había acariciado, y «apapachado». Al parecer solamente esto les había permitido a los conejos superar la dieta tóxica. Prosiguieron con experimentos adicionales, alimentaban a unos conejos tratándolos «neutramente» y a otros amorosamente. Se comprobaron los resultados, los conejos tratados amorosamente mostraban casi 60% de menos síntomas.

Estudios adicionales han mostrado que los pacientes con cáncer que asisten a grupos de apoyo viven en promedio el doble desde su diagnóstico, que los que no. Diversos estudios muestran que adultos mayores que no están solos, que están acompañados y amorosamente atendidos muestran notablemente menos enfermedades y viven mas tiempo.
En cualquier relación, cuando existe cariño, atención y el mínimo de contacto físico, la posibilidad de superar tormentas, enfermedades y lo que sea es infinitamente mayor que cuando el amor es puesto en pausa. De hecho, las enfermedades, tormentas y demás suceden precisamente porque el otro conejo ha sido tratado neutramente, sin atención y sin amor.

¿Cuál sería entonces este efecto psico-imunológico que la ciencia sabe que existe, pero que no ha logrado identificar?
Este factor es el amor.
¿Necesitaremos un estudio de Harvard de no sé cuánta gente de no se cuánto tiempo para entender esto?
¿Cuántos de nosotros y de nuestros conocidos «son conejos» que no necesariamente han recibido el cariño, la atención o el amor que necesitan?
¿Cuántos conejos hemos vivido en el miedo, en la angustia, en la enfermedad y hemos estado esperando consciente o inconscientemente la medicina que nos hará sanos y felices?

Tomemos conciencia «de nuestro conejo» y de «los conejos «que la vida nos pone para que los curemos con la medicina que todos llevamos dentro. Los milagros empezarán a suceder…
Abrazo muy cariñoso a tu conejo en este día de la amistad.
Jorge Oca