Jacobo era sin duda un buen empresario, desde joven había logrado identificar necesidades de la gente y había encontrado maneras de satisfacerlas. Había crecido su patrimonio poco a poco y ahora había logrado hacer una inversión muy interesante. Jacobo era de Yucatán y vivía en Valladolid. Le habían ofrecido unas hectáreas que tenían al parecer un gran Cenote en ellas. Había visitado el Cenote, se había enamorado de él y ahora había desarrollado un negocio turístico en torno al precioso Cenote.
Jacobo, además de ser un buen empresario, tenía una manera digamos diferente de ver las cosas. Desde que compró la tierra y comprobó la belleza sin igual del cenote, se dio cuenta de que en realidad él no era dueño de esta maravilla natural. Entendió de una manera muy clara que si acaso, era el Custodio. Él se encargaría de cuidarlo, de atenderlo, de manejarlo, pero no pensaba en que fuese su propietario ni su dueño. Sin duda que el Cenote le sobreviviría a él y a sus descendientes.
A su hija Johanna, que lo ayudaba en la operación diaria, le decía que de hecho no le parecía que fuesen propietarios o dueños de nada. «Me parece, hija, que también somos Custodios de nuestros cuerpos. Algún día dejaran de ser nuestros y es nuestra responsabilidad que los cuidemos, que los cultivemos, que los mantengamos y demás. Siento también que somos custodios de nuestra alma, de nuestra fé y de nuestra felicidad.»
«Somos custodios de los bienes que la vida nos ha prestado. Sin duda que algún día dejarán de ser nuestros o dicho de otra manera, nosotros dejaremos de ser de ellos. Nuestro coche, o nuestra casa o nuestro negocio. Todo es pasajero. El gran reto es que seamos Custodios dignos y responsables. Más cuando el bien o bienes representen el sustento para muchas familias.»

Tratar las cosas como si fuesen de nuestra propiedad, decía el buen «Jaco», es como perder de vista lo fundamental. Debemos jugar el papel o rol que nos toca de la mejor manera posible. No tanto para mí solito, sino para el grupo, para el clan, para la familia. Lo único claro es que no nos llevaremos nada al mas allá.
¿Que tan buen custodio estás siendo?
¿De tu cuerpo, de tu alma?
¿De tus próximos?
¿Del negocio en dónde estás?
¿Estas custodiándote a tí o mas bien al todo?
Mi querido Custodio(a), te deseo un buen año.
Jorge Oca