¿Qué tiene que pasar para comprender que tenemos un problema?

El médico estaba desesperado y muy enojado. Nada lo había preparado para enfrentarse una y otra vez a maneras de pensar tan cerradas y hasta peligrosas de sus pacientes. Julián había decidido estudiar medicina y dedicarse a ayudar a los demás. Se había especializado en gastroenterología y la vida lo había llevado a ser uno de los mejores especialistas en la diabetes en su país.

Era de verdad frustrante, como los malos hábitos alimenticios de las personas los llevaban a enfermarse y en muchos casos a morirse. Julián había visto como al correr de los años, el porcentaje de la población mundial que tenía resistencia a la insulina – primero – y luego diabetes se iba aproximando peligrosa y consistentemente al 50%. Era una cifra increíble, sobre todo si hace unos 150 años prácticamente no existía.

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En términos generales el paciente, a partir del consumo constante y eficaz de azúcares, carbohidratos, comida chatarra y demás comenzaba a engordar. Su vida sedentaria y su increíble poca visión de cuidarse lo iban llevando poco a poco a auto-enfermarse. Su azúcar en sangre iba subiendo y topando contra el límite superior, hasta que con un esfuerzo constante e implacable, lograba romper ese límite y lo que seguía no era nada agradable. Diabetes, insulina, hipertensión y muchas veces cáncer.

A Julián le partía el corazón que en resumidas cuentas, la gente se estuviera matando lentamente. Lo verdaderamente increíble era que la diabetes tipo 2, que es la más común, es reversible. Sin embargo, sus pacientes de ninguna manera estaban dispuestos a eliminar el refresco, el pan, los dulces o nada de su dieta.

La adicción, la ignorancia y pareciera que el poco amor a ellos mismos era superior a su deseo por ser saludables.

Hoy Julián estaba con un paciente joven, una muy buena persona que estaba a punto de ser diagnosticado con diabetes. Por supuesto que sus hábitos alimenticios eran terribles y lo habían sido desde chico. Parecía que lo heredable eran precisamente esos hábitos.

“¿Que necesita pasar para que te des cuenta de que tienes un problema?” le había dicho a su paciente. Por supuesto que Julián entendía que una parte del problema era sicológico y que hay que atacarlo por varias vías. Sin embargo, no encontraba luego como “sacudir y mover” a sus queridos pacientes.

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Se tomó su tiempo y le mostró fotografías de muchos pacientes de muchas edades. Cuando terminó de enseñarle unas 50 personas, le preguntó que cuál era el común denominador de todos ellos. El paciente se quedó pensando. Era cierto que había gente gorda y hasta obesa en el grupo. Pero también había gente delgada. Había gente de edad avanzada y gente joven. Había algunos sin piernas. Seguía pensando; había mujeres, hombres y razas diferentes.  Cuando se dio por vencido, Julián le dijo: “Todos ellos son mis pacientes, con todos hablé y les dije que teníamos un problema y que tenían que cambiar sus hábitos alimenticios. Lo que tienen en común es un doctor terrible que no los pudo convencer y que hoy todos han pasado a una mejor vida. Todos han muerto y han dejado amigos y familiares…”

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El paciente abrió los ojos y repitió casi para él mismo, “¿Qué tiene que pasar para que yo acepte que tengo un problema?” Con mi salud, con mi trabajo, con mis relaciones, con mi Dios…

Buen día,

Jorge Oca

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