Me obsesiona el servicio. Es algo que estudio, observo y disfruto. Vivo de hecho para y por el servicio. Así que en mi reciente viaje a España, estuve anticipando el aprender del servicio en la Madre Patria. ¡Oh decepción! Siempre llevo en mi bolsa un pequeño reconocimiento – pin, moneda de plata, etc – que me gusta obsequiarle a aquella persona que se destaca en el servicio. Mis hijas y mi mujer ponen los ojos en blanco cuando me tomo el tiempo y le digo a esa persona que le quiero reconocer su gran servicio y darle un pequeño reconocimiento y bla , bla, bla.
Ahora tuve mis reconocimientos guardados en mi bolsa durante casi 21 días. El servicio era seco, hosco y a veces hasta grosero. Yo meditaba si se debía a que la propina ya estaba incluida, o a que era por causa del Covid o al momento hormonal de nuestro(a) anfitrión en turno. Y no me lo tomen a mal, los españoles son buenas personas y demás, pero tienen un no sé qué, que de repente chocan con el cliente.
Nunca le había tenido que llamar la atención o medio levantar la voz a tanta gente.
Hasta que un día, platicando con un taxista peruano me dio su punto de vista: “Es que el tema es que nunca discutas con un Español. Jamás te dará la razón o asumirá la culpa de algo que haya hecho o fallado en hacer. Te dirá que fue la cocina, el mucho trabajo que tiene, el gobierno o lo que sea. Nunca asumen su responsabilidad. Yo votaría , me dijo, por el político que diga que lo siente y que se equivocó.»
Entendí entonces cual era el tema de fondo y me dispuse a seguir con lo que faltaba de mi increíble vacación. Aún sabiendo le mera neta, seguía yo en conflicto con mis servidores en restaurantes y hoteles y seguía discutiendo con ellos.

Entonces caí en cuenta de que yo también tenía un Español en mi DNA, un Español que también discute, que no asume su «Accountability» – como diría mi querido amigo Topete – que quiere lograr tener la razón discutiendo y ofreciendo razones por las cuales YO SI tengo la razón.
Saludos queridos y saludos a la Madre Patria que nos ha regalado este «precioso» DNA.
P.D. Tenemos una ventaja competitiva enoooorme con nuestra vocación de servicio en nuestro país. Debemos identificarla, cultivarla y pulirla. Puede ser sin duda lo que nos detone en serio como personas y como país.
¡Saludos Equipo!
Jorge Oca