Azúcar, cavernícolas y páncreas.

El invierno había sido terrible. La tribu de cavernícolas había sufrido de una manera brutal. Habían perdido a una media docena de integrantes; el invierno había sido especialmente crudo. El frío, el hambre y las condiciones habían sido despiadadas. La líder había perdido a su hermana y estaba devastada.

Ahora que había terminado el  verano, unos seis meses después, habían encontrado finalmente unos frutos dulces e increíblemente sabrosos. Como todos los años, comieron hasta saciarse. Eran pocos días los que tendrían para disfrutar de este manjar. Los cavernícolas habían aprendido a no desperdiciar nada. Sus cuerpos hacían lo mismo. Sus páncreas y órganos, convertían con toda eficiencia esos azúcares en grasas para que durante  los próximos meses, sus cuerpos aprovecharan de esa reserva tan necesaria para subsistir. Sus vidas dependían de ello y sus cuerpos sabían que cada caloría debería aprovecharse. Tanto, que habían logrado desarrollar una adicción al dulce.

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Un par de cientos de miles de años después, Ana, una sobreviviente directa de esa tribu, estaba terminando la novena de su querida hermana. Había finalmente muerto después de años de haber sufrido mucho. Primero fue que su páncreas nunca dejara de trabajar. Tuvo que procesar el azúcar no de una breve temporada como el de aquel lejanísimo pariente, sino que lo hizo  todas las semanas, todos los días e increíblemente varias veces cada día.

El páncreas sufrió terriblemente. Primero resistió como los grandes. Tenía buena herencia en cuanto a fortaleza. Se quejó, gritó y después de imponerse,  cayó ante la relativamente nueva enfermedad de la diabetes. Siguió el alta presión y terminó apareciendo el temido cáncer en el páncreas. De la misma manera como le apareció y mató al notable Steve Jobs después de consumir solamente fruta durante años…

Las compañías de alimentos, bebidas y demás nos han hecho caer en hábitos alimenticios terribles que nos están enfermando a muchos. Sólo falta darse cuenta y estudiar los números.

Ana entendió que muchos de nosotros tenemos trabajando a nuestro páncreas y a nuestro cuerpo como si viniese el invierno y no llegase. Hemos almacenado y seguimos almacenando el azúcar y carbohidratos remanentes como grasas. Estamos enfermándonos y muriéndonos día con día. 

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¿Hasta cuando entenderemos que no estamos programados y diseñados para ingerir carbohidratos y azúcares diariamente?

¿Cuándo nos daremos cuenta de los intereses tan fuertes de compañías que solo buscan mas utilidades y nos confunden sin contemplaciones?

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¿Hasta cuándo dejaremos descansar a nuestros órganos queridos y recobraremos el control sobre lo que comemos y sobre nuestra salud?


Por lo pronto, yo me comprometo a abrir mi mente y a cuidarme. Específicamente reduciendo la ingesta de azúcar y carbohidratos al mínimo. 

¿Tú, que opinas?

¡Saludos equipo!

Jorge Oca

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