Tino estaba francamente hasta su coronilla. Había vivido una vida «diferente» ya que su madre los había abandonado desde pequeños y su padre se había dedicado a educar, alimentar y a brindarles cariño a sus 6 hijos. De alguna manera, aunque el padre también había estado de proveedor de todos ellos, no había estado muy presente y Tino se sentía también abandonado por él.
Tino sentía que tenía dentro de sí «un tinaco» en donde tenía guardadas muchas emociones. Las tenía muy bien identificadas; enojo, miedo y por supuesto tristeza. A veces sentía que «su tinaco» iba a estallar de tanta emoción. Hasta que un día le cayó el veinte de que su hermana Lucía vivía como contenta. Era su hermana mayor y por supuesto que la idolatraba y quería. Pero pensándolo bien, eso se debía a que Lucy casi siempre estaba contenta y serena.
Tino no pudo más y en medio de lágrimas y sollozos, le dijo a Lucy que ya no soportaba mas, que le dijera su secreto para mantenerse tranquila, productiva y con tanta energía. Le preguntó que si ella no sentía nunca enojo, miedo o tristeza. Lucy abrazó cariñosamente a su hermano menor y acurrucándolo en sus brazos le dijo al oído:

“Tino precioso, por supuesto que siento esas emociones y de hecho las siento seguido y a veces de manera muy intensa. Un día me di cuenta de que es como si yo fuera un hotel. Las emociones vienen, me visitan, se instalan, me «revuelcan emocionalmente» por así decirlo, pero no las dejo pasar la noche o quedarse instaladas en mi hotel. Platico con ellas un rato, las entiendo, a veces las abrazo, pero ya cuando estuvieron y digamos que cumplieron con sus motivos de visita, les pido un taxi y acompañándolas a la puerta, las despido con mucho cariño y les deseo un buen día y una buena vida. Trato, querido hermano, de que no se queden mucho tiempo, no me ayuda para nada.»

Tino dejó de llorar y se quedó tranquilo, callado y pensando por un largo rato. Luego sonrió y se dirigió a la puerta de la casa. «¿A donde vas?», le dijo Lucy. “A pedir un par de taxis para unas emociones que ya se van a ir, las visitas se tienen que ir ya”.
Buen día queridos,
Jorge Oca