Alicia estaba muy acelerada, acababa de darle una cachetada a un pasajero en el camión porque no quería ponerse su tapabocas. Ella era una persona tranquila y hasta cariñosa y su transformación la tenía sorprendida y perpleja.
Su último año había sido una verdadera montaña rusa de emociones y a veces pensaba que no podría soportar mas. Llevaba ya un año de lidiar con esta dichosa pandemia y aunque ella pensaba que le había entrado «al toro por los cuernos», sentía que se había convertido en otra persona.
No era para más, en su trabajo le habían reducido su sueldo y sus horas de trabajo a la mitad. Su marido los había dejado ya hace tiempo, pero aún así, había tenido la desfachatez de pedirle ayuda «en estos tiempos de solidaridad». Ya ni perdía el tiempo ni su energía en mentarle su madre. Sus hijos habían tenido que quedarse en casa y la escuela en línea y el casi obligarlos a no salir para que no se contagiaran le había requerido gran parte de su paciencia, energía y determinación. Sus padres estaban ya mayores y hubo que arreglárselas con sus comidas, medicinas y un par de enfermedades no relacionadas al bichito precioso. Fue imposible conseguirles ayuda en «El Seguro» para sus enfermedades. Aún no sabe como salieron adelante.
Tuvo varios enfermos de Covid entre sus hermanos – y sus familias – , entre amigos y colaboradores. Cuando murió su vecino sintió no solo pasos en la azotea, sino que su mundo cambiaba por completo. Siempre ha estado positiva, pero la presión ha sido tanta y tan constante que ha sido difícil.
En estas condiciones «como de guerra», ella ha visto que está en «estado de sobrevivencia» auténticamente. Su parte animal ha salido y está a las vivas y no permite que nada vaya a lastimar a sus hijos, a sus padres y a ella. Se ha vuelto mas acelerada, menos tolerante y a veces francamente agresiva. Ahora grita, amenaza y ha levantado la mano un par de veces. Lo del camión la hizo buscar ayuda con su amiga Pilar.
Pili la escuchaba con los ojos abiertos y la dejó hablar. Le recordó a Licha que era una persona cariñosa, que abrazaba y hasta tenía fama de dar besos «tronados», ¿Donde estaba esa parte humana y cariñosa de ella?
Alicia movía la cabeza de lado a lado y se daba cuenta de como su parte animal había tomado control de su vida. Se daba cuenta que en cierto grado le había sucedido lo mismo a sus hijos y a sus padres. De hecho empezó a hacer una lista mental de la gente con la que tenía contacto; los del mercado, los mismos policías y hasta el padrecito de la parroquia estaba diferente.
Todos estaban viviendo esta “situación de guerra” a su manera. Unos mas, otros menos, sufrían y hacían sufrir a los suyos de acuerdo a «que tan cerca las bombas habían caído de ellos».
Lichita agradeció por estar consciente de lo que le sucedía y pensó en como tenía que arreglarlo. Sin duda que el contacto físico era necesario, así que se propuso – con sana distancia – abrazar mas a los suyos y hacer un esfuerzo por hacer mas contacto con la gente que veía. Pensó en que le hacía falta reírse y divertirse mucho más. Organizaría algunos eventos para salir y para pasarla bien. Ya se estaba sintiendo mejor. Tenía una intención clara y mucha emoción por lograrlo.
De alguna manera, el lamentable altercado en el camión la había hecho entrar en consciencia de como estaba y de pensar en como arreglarlo. Le dio las gracias a su querida amiga Pili y sonriendo se dispuso a seguirle entrando «al toro por los cuernos» y a guardar un poco a su parte animal y sacar su parte divina mucho mas.

Abrazo cariñoso queridos…
Jorge Oca