Baidu abrió los ojos y no vio nada. Empezó a romper el cascarón que aún la envolvía. Luego, comenzó a agitar sus cuatro extremidades y a cavar por la arena. No había sido de las primeras tortuguitas en nacer, así que la salida no fue tan extenuante. Lo primero que vio cuando salió del nido fue una gran ola que se estrellaba contra la arena. ¡Que belleza!, sin embargo, estaba muy lejos todavía. Movió sus patitas y sus manos y poco a poco fue avanzando hacia el agua. Algo dentro de ella la impulsaba inexorablemente hacia enfrente, hacia el mar, hacia su salvación.

Baidu llevaba arrastrándose por la arena como dos horas y aún le parecía que le faltaba como la mitad del camino. Las terribles dunas que había en la arena le hacían muy difícil el avanzar. Su corazón palpitaba fuertemente y empezaba a sentir lo que el dolor era. Le dolía todo su pequeño y recién nacido cuerpecito. Calló pesadamente por uno de los cráteres que hacían los humanos al caminar por la arena, cuando escuchó un sonido escalofriante. Era una gran gaviota que había descubierto a otras tortuguitas y que las capturaba con su pico y se las llevaba para devorarlas. Pronto llegaron varias gaviotas y las tortuguitas dejaron de moverse y se camuflajeaban en la arena. Recién salía el sol y ya habían unos humanos que caminaban por ahí. Esto asustó a las gaviotas y les permitió a las tortuguitas proseguir con su caminar hacia el mar.

Baidu estaba exhausta, asustada y no podía mas. De repente vio como dos personas la veían fijamente. Ella les suplicaba que le ayudaran y que la llevaran hacia el agua para finalmente zambullirse en el mar y continuar con esta etapa inicial de su vida, que era siempre tan difícil. Los vio discutir y al parecer llegaron a la conclusión que no debían de ayudarla. Venía una caída grande para ella antes del mar, así que siguió adelante y calló estrepitosamente quedando de espaldas. Baidu estaba extrañada de su propia resistencia y resiliencia. Milagrosamente al parecer tenía un programa interno de como voltearse, así que usando sus cuatro aletas logró voltearse muy rápido. Pudo oler con mas intensidad al mar que se encontraba ya a solo unos metros. Siguió moviendo sus aletas y de repente sintió el agua salada y fresca del mar. Las primeras olas que le llegaron la revolcaron y la llevaron hacia donde Baidu no quería ir, pero cada vez la tortuga estaba mas cerca de poder irse por el mar. De repente sintió que estaba avanzando sin tocar el suelo y descubrió que estaba nadando. ¡¡Que maravilla de sensación!!
Minutos después descansando un poco, volvió la vista hacia la costa y vio como las dos personas aún la seguían con la vista. ¿Que sería de Baidu durante los siguientes minutos, días y años? ¿ Regresaría a esa playa a desovar y seguir con el ciclo de la vida? ¿Como sería la vida futura de esas dos personas? ¿Descubrirían finalmente como disfrutar inmensamente su día a día? ¿Sabrían que al no ayudar a Baidu, realmente la ayudaron ya que ella supo de lo que era capaz?
Baidu se dio cuenta de que ademas de otras cosas sería una tortuga meditadora. Tendría mucho tiempo en su vida para meditar y de ser posible mejorar su vida «tortuguesca». Por lo pronto, empezaba de maravilla. Llena de retos, de coincidencias y de bendiciones ocultas.
¡Buena semana equipo!
Jorge Oca
Ruben Carranza Rubio
La paciencia y esperanza empleadas por Jorge nos dan una lección sobre cómo aprovechar cada día
Rubén Carranza Rubio, enviado desde mi Smartphone +52 (55) 5435 7804
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