El Puercoespín con cataratas.

El joven puerco espín era todo un puerco bueno, noble y talentoso. Había nacido en una familia estable en donde sus padres se habían preparado y se habían dedicado a educar con esmero a sus hijitos. Este buen animalito no sabía en verdad lo increíble que era. Sus padres, familiares y amigos lo valoraban mucho, pero al parecer, el único que no se daba cuenta de lo grande que era, era él. El buen Lalo iba por la vida buscando el cariño y la apreciación y hacía hasta lo imposible por darle gusto a todos. A su mamá buscando su cariño, a sus hermanitos para que lo quisieran y a sus amigos para que lo juntaran. Le costaba mucho decir que no y constantemente estaba exhausto tratando de complacer a propios y extraños.

Hacía muchas cosas de manera sobresaliente, pero cuando fallaba en algún punto, inconscientemente se lo tomaba muy en serio y en lugar de festejar, reconocer y celebrar lo que sí hacía y lograba, se ponía estresado y gastaba una cantidad de energía muy grande en enfocarse en lo que “había fallado”.

No se daba cuenta de que él era la suma de sus talentos y habilidades, pero también de sus partes deficientes. Y que así estaba muy bien.

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Un buen día después de haber tenido un día sensacional y habérsela pasado de maravilla, tuvo un pequeño error al rayar una de las puertas de su casa con sus afiladas espinas. Casi no durmió pensando en lo que le diría su madre al respecto. Hasta que levantándose temprano, logró meditar y como por arte de magia reconocer, que si bien se equivocaba y fallaba de vez en cuando, la verdad es que era un puerco espín muy especial. Se dio cuenta de que no había apreciado, reconocido y visto lo increíble que él era.

Moviendo su espinada cabeza de lado a lado, se daba cuenta de como había perdido valioso tiempo en no disfrutarse. En no reconocerse como un puerco espín valioso, noble y amoroso y que debía empezar queriéndose así como era él. 

Sintió un alivio muy grande. Supo que se tenía a sí mismo y que con eso, su vida sería muy especial. Él sabía hacer sentir a los demás de manera muy especial y ahora se daba cuenta de que él podría pasar su vida con él mismo, disfrutándose muchísimo en cualquier actividad que fuera.

También se dio cuenta de como otros puerco espines habían abusado de su nobleza, pero sin duda el que mas había abusado de él era él mismo. Nadie podría hacerlo sentir mal si él no lo permitía. Eso que tenía tantas espinas…

Esa noche le agradecería al dios espinoso de los puercoespines por haberlo creado de manera tan especial. Por haberlo distinguido como un hijo para Él y por su paciencia y gran amor que le había tenido durante toda su joven vida. Le agradecía por estas revelaciones y estaba seguro de que viviría una vida mas plena y siendo mucho mas feliz con él mismo. Al serlo, ese amor se irradiaría hacia los demás y se seguiría esa cadena de amor. Disfrutaría sin duda mucho mas de su vida cada día.

¿Que tanto te reconoces como alguién especial, talentoso, brillante e increíble?

¿Como quieres que los demás lo hagan si tú mismo no has acomodado este tema?

¿Que tendrías que hacer para que reconociéndote LO QUE SI ERES, disfrutes mucho mas de tu vida?

¿Cuánta energía perdida podrías aprovechar para generar temas positivos y luminosos?

¿Te das cuenta que Dios te regaló algo terriblemente increíble al darte a ti mismo?

¡Cuanta gente quisiera estar contigo día y noche y tú te tienes a tí mismo!

Abrazo fuerte a todos los Puerco Espines que andan un poco con «cataratas en los ojos».

Jorge Oca

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