Otra oportunidad.

Nuestro querido Genaro, barman de Pacifica, estaba muy asustado. Se había empezado a sentir mal desde hace unos días y no le había dicho a nadie. Las propinas que recibía en el trabajo eran muy importantes y no las quería perder. Aun empezaba la Pandemia y no se sabía mucho de la enfermedad. Tenía el cuerpo cortado, mucho dolor de cabeza y una falta de energía total. Su mujer se dio cuenta, lo llevó con un médico particular y cinco días después lo tuvieron que internar en el Seguro Social en Zihuatanejo.

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Lo pusieron en un cuarto en donde había 6 camas, pero habían puesto hasta 8 enfermos. La pesadilla apenas comenzaba. Esa noche vio su primer muerto. Don Lázaro de la cama 3 finalmente dejó de quejarse y vinieron por él y lo metieron en una bolsa negra y se lo llevaron. Genaro estaba ya de por sí muy nervioso y angustiado, pero a partir de ahí vivió aterrorizado. Prácticamente nadie los iba a visitar y la información era nula. El pecho y la espalda baja le dolían cada vez más. Las noches y los días se hacían uno y los pacientes entraban y salían en bolsas. Como los veía pasar también por los pasillos, se cubrió con una sábana para no ver mas y «aislarse» del problema. Cada x tiempo, pasaba un enfermero, lo tocaba y veía si estaba bien, si seguía vivo. Justo cuando se encontraba a en uno de los momentos mas bajos de su estancia en cuanto a fé y esperanza, vinieron por él y lo subieron a una ambulancia junto con otro paciente que estaba también muy grave, para llevarlos al hospital regional de Acapulco. Les pusieron oxígeno y antes de que cerraran las puertas traseras de la ambulancia pudo ver a su mujer que se despedía desde la banqueta.

Como a la hora de haber salido, le quitaron el oxígeno que tenía puesto y se lo pusieron al paciente que venía en la camilla de junto. Estaba agonizando y pretendían «darle un poco mas de ayuda». El paciente llegó ya sin vida a Acapulco. Había finalmente descansado.

Genaro rezaba, sudaba y sentía materialmente que pronto se le terminarían las fuerzas y la energía por seguir luchando. Solo esperaba a que en cualquier momento le pusieran a él su bolsa negra y subieran finalmente «el zipper» de su vida.

Lo volvieron a poner en una sala con otros 6 pacientes y al igual que en el hospital de Zihua, recibió muy pocas visitas, muy poca comunicación y muy pocas medicinas. Una madrugada sintió con toda claridad como poco a poco las pocas fuerzas que tenía se le iban acabando, como si fuese una vela que poco a poco se va apagando. Supo que había llegado el momento. Respiró profundamente, se persignó y cerró sus ojos como aceptando su destino. Todo se volvió obscuridad.

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Tiempo después, despertó cuando lo llevaban en su camilla por un camino lleno de sol. No sabía si seguía vivo o ya había muerto y estaba en el cielo. La realidad, los sueños, la mente, todo era confuso y jugaban con él en todo momento.

Hasta que un par de días después abrió los ojos y se sintió diferente. Como mas despierto, muy cansado, pero con algo de hambre. Supo ahí y entonces que había salvado la vida. Había estado muy cerca del abismo y había regresado. Le habían dado otra oportunidad

Cada día se sintió un poco mejor hasta que finalmente fue dado de alta y regresado a Zihua en una ambulancia. Un par de semanas después estaba de regreso en su trabajo, en el hotel y ahora dedica la vida a dar gracias, a decirle a la gente que se cuide antes que nada, que aprovechen sus días y a vivir y a servir intensamente día a día.

¿Tendremos que llegar a vivir algo así para darnos cuenta del regalo tan inmenso que tenemos al estar vivos?

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A Genaro le dieron una segunda oportunidad de volver a vivir y rectificar algunos temas que no necesariamente los tenía arreglados y acomodados.

¿Cómo andan tus temas?

¿Ya te ha dado la vida varias oportunidades?

¿Y luego?

¡Abrazo equipo!

Jorge Ocaranza Freyria

Un comentario sobre “Otra oportunidad.

  1. Diana Cecilia López

    No tenía idea que Genaro pasó por todo lo narrado, pero me alegro sobremanera que haya salvado su vida y esté disfrutando y valorando esta nueva oportunidad. Un gran abrazo Genaro. Bienvenido a la élite de supervivientes.

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