Muchas veces pensamos que las cosas suceden porque nosotros fuimos quienes lograron que así sucedieran. Suponemos que “todo se acomodó” porque nosotros logramos todos y cada uno de los detalles, para que se cumpliese nuestro proyecto u objetivo.
Me queda claro que sin duda nuestra participación activa, inteligente y hasta con valores es más que necesaria para que alcancemos lo que pretendemos.
Sin embargo, he comprobado en muchas ocasiones, la presencia de Dios y su voluntad amorosa para con nuestras vidas.
Este mundo nos hace con facilidad perder de vista el que Él nos acompaña, cuida y ayuda en todo lo que necesitemos. Normalmente pretendemos que todo salga como nosotros queremos, cuando nosotros queremos. Nos hemos vuelto bastante demandantes, poco tolerantes y por supuesto cada vez más egocéntricos.
Sin embargo Él nos sigue amando y dando en muchas ocasiones mucho más de lo que nos hubiésemos imaginado. En muchas otras, pasamos por momentos y situaciones muy difíciles. Eventos que luego nos hicieron crecer mucho y convertirnos en mejores personas. Aunque en esos momentos – o largas temporadas – lo hayamos sufrido en serio.
A veces la vida te permite ver con claridad la mano amorosa de Nuestro Padre. Hay que apuntarlo en nuestras mentes y en nuestros corazones para que recordemos que Él está siempre con nosotros.
Hoy apunto y comparto en mi meditación este maravilloso sentimiento. Lo «he visto y sentido» con claridad en el tema de Maria mi hija y en el Bartholome, un colaborador que faltando horas para su cirugía programada se salvó por completo de tenerla.
Pasaremos de cualquier forma por eventos muy felices o por eventos muy tristes. Yo prefiero pasar por ambos cerca de Él. Siempre es mejor. Por dónde lo veas.
Que tengas una buena semana.
Saludos,
JOF