El peligro de echarse a perder y «perder la propina».

Todo comenzó como un juego. Saliendo del gimnasio, compraba una botella de agua y después de decirme que costaba 15 pesos, le daba un billete de 20, me daba el cambio y le dejaba los 5 de propina.

El primer dia se los dejé porque era un lunes y comenzaba la semana. Me dije: «Ojalá que tengas una semana generosa, empieza dejando 5 pesos aunque podrías no dejar nada» . Los siguientes días seguía yo siendo generoso y el buen chavo que me atendía al parecer tomaba mi gesto como un rito de que empezaba muy bien su dia.

Un buen dia de la segunda semana no tuvo cambio para darme mis 5 pesos y como nos ocurre muchas veces en la vida, dio por sentado que los 5 pesos «ya eran de él». Le puse cara de que quería mi cambio de regreso. No quería que se tomara mi propina como si fuese «un logro sindical». Además de que no quería que su suerte cambiara. Así que salió a buscar cambio. Le dejé su acostumbrada propina de $ 5. Por cierto un 33 % de la venta. Todo depende de cómo lo quieras ver.

Al final de la tercera semana, mi buen Pepe tuvo un par de días malos. No se mostró tan cálido ni servicial. Tenía sus demonios acechándolo. Tomó los dos días su moneda de $5 y siguió con su pesado dia.

El lunes siguiente decidí cambiar nuestra rutina y en lugar de dejar la moneda de $ 5 que me devolvía, la tomé. Ví como levantaba una  ceja y de mi  bolsa saqué una moneda  de      $ 10. Por unos segundos no supo si tomarla, darme las gracias o pedir una disculpa por su comportamiento de la semana pasada. Como que sabía que yo sabía. Y que entendería.

Pronto se acostumbró a mi nueva moneda de propina de $ 10. Cuando subí la propina a  $ 15 es cuando logré echarlo a perder por completo. Primero se emocionó. Pero como ocurría siempre, se terminó acostumbrando y hasta esperando «lo que le correspondía». Esperaba «lo que le tocaba».

Hasta que un buen lunes llegué – ahora era yo con mis demonios – y esperando un trato cordial del buen Pepe, noté o sentí o mas bien inventé que no era el de siempre conmigo. Saqué mi billete de 50 y me dio $ 20 de cambio. Ya estaba cobrando el agua y su propina y me daba el cambio. Le pedí por favor mi cambio completo. Pepe vio en mis ojos algo que nunca había visto y me preguntó que si estaba hablando en serio. No esperó mi respuesta y salió corriendo por el cambio.

A partir de ese dia, su propina ha desaparecido e increíblemente su calidez y atención han aumentado. Quiere recuperar esa conexión que teníamos. Se da cuenta de que la dejó ir.

¿A cuánta gente le das tu cariño y tu tiempo y ellos se han acostumbrado a que de alguna manera «sea tu obligación» o «que a ti te toque»? ¿Has hecho un buen trabajo en echarlos a perder?

¿A cuánta gente la has hecho sentir como que es «su deber» atenderte, darte o soportarte. Simplemente porque «te lo mereces» o porque «así son las cosas»?

Bien podría ser tu amigo, tu pareja, tu familiar, tu jefe, tu socio o el mero Patrón ( Dios ).

No nos vaya a pasar como al buen José ( ya no es Pepe). que se quedó sin su rito de buena vibra, de cariñito y de generosa convivencia.

Te deseo que tengas un generoso dia.

Jorge Ocaranza Freyria

2 comentarios sobre “El peligro de echarse a perder y «perder la propina».

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