Uno de los mejores guías que jamás he tenido ha sido sin duda Christopher. Estaba cazando cerca del estrecho de Bering con mi papá y no podía estar más contento. Habíamos tardado un par de días en llegar y después de 5 aviones, avionetas y un mosquito (solo cabíamos dos personas muy apretadas) llegamos a un verdadero paraíso alejado de toda civilización.
Nuestro campamento era una cabaña de unos 3 por 4 metros, ubicada a la orilla de un lago lleno de salmones en medio de una cordillera boscosa con cimas nevadas. Era la temporada en donde los osos bajaban al lago y comían todo el salmón que podían. Estaríamos durante una semana con nuestros guías e intentaríamos cobrar un par de trofeos del famoso brown bear. Primo majestuoso del oso grizzly.
Los “mosquitos” que nos dejaron en la escasa playa arenosa del lago regresarían por nosotros en una semana. No se me ocurría mejor plan. Aunque aún no estaba consciente de cuanto dependíamos de nuestros guías. El mío, Chris tenía mucho conocimiento y estaba muy bien preparado. No solo nos hizo muy agradable la estancia sino que se encargó de nuestra seguridad.
Una mañana nos dijo que el plan era cruzar el lago en una pequeña lanchita de aluminio con un pequeño motor. Subiríamos a la mitad de una colina para gemelear unas laderas en donde habíamos visto algunos osos muy grandes.
Cuando nos subimos a la lancha se percató de que habíamos dejado los salvavidas en la cabaña. Me pidió que por favor fuera por ellos. El lago era un espejo, el cielo era azul – no manches tu alma – y le dije que si estaba hablando en serio, que le prometía que no le diría a nadie que no salimos nunca sin salvavidas.
Chris aguantó mi comentario y firmemente me volvió a pedir que volviera por los salvavidas. Cruzamos el lago, amarramos la lancha y subimos caminando durante unos 30 minutos. Nos sentamos a buscar animales con nuestros prismáticos y cubríamos una extensa área. Mi papá estaba extasiado y yo daba gracias a Dios por tanta belleza. Se veían grandes manadas de caribú a lo lejos, muchas aves y hasta un lobo llegamos a ver.
De repente Chris dijo, “El tiempo está cambiando, tenemos que regresar de inmediato”. Para cuando llegamos a nuestra lanchita, el cielo se había cerrado por completo y un fuerte viento se había desatado, levantando olas de casi medio metro. ¡ Apenas pudimos subirnos a la dichosa lanchita y de puro milagro funcionó el motor al tercer intento !
Por supuesto que nos pusimos de inmediato los chalecos salvavidas y muy lentamente empezamos a cruzar el lago hacia nuestra cabaña. A los 200 metros estuve seguro que la lanchita se voltearía y caeríamos al agua. Ya estaba viendo cómo le iba a quitar a mi papá sus botas para que pudiéramos flotar sin ese peso extra.
Lenta y penosamente fuimos saltando las olas, haciendo agua, pero logramos después de casi 30 minutos de mucho sufrimiento llegar a la orilla opuesta y después de sacar a la lancha del agua, llegamos completamente ensopados a nuestro refugio.
La tormenta duró 48 horas. No podía dejar de pensar en cómo nos había salvado el guía y nos había traído con bien. Después de eso mi confianza en él fue completa y sin más preguntas me dejé guiar los días siguientes con total confianza.
¿ Que personas en tu vida consideras que son – o han sido – guías tuyos de completa confianza ?
¿ Cuanta gente te considera a ti como un guía de total confianza ?
¿ Cuanta gente cuenta contigo para que seas el guía que los cuide, corrija y lleve a salvo a su destino ?
¿ Eres en guía preparado y confiable ?
¿ Que tanto confías en El Guía Maggiore ( Dios por supuesto ) ?
¿ Confías en que tienes libertad de elección, pero que Él ES EL GUIA CONFIABLE ?
Muchos Saludos,
JOF