Benjamín era un maestro rural que tomaba en serio su trabajo. Daba clases en una comunidad a niños de primaria y a adultos mayores. Una de sus actividades favoritas era el pedirle a sus alumnos que escribieran dos cosas que quisieran lograr o tener durante el año que comenzaba. Benjamin disfrutaba con la gran diversidad de sueños y proyectos que sus alumnos escribían.

Mejoras en el físico de muchos, viajes, compra de cosas materiales para sus casas o para ellos; un poco de todo. Benjamín separaba en pequeños montones los que trataban sobre cosas y en otro montón los que trataban sobre el cambio de actitud de sus estudiantes. Le gustaba comparar entre los niños y los adultos quienes querían mas cosas materiales y quienes no. También daba seguimiento a los que conseguían lo que habían deseado o soñado el año anterior.
Siempre había propósitos que le sacaban las lágrimas o lo dejaban como congelado. En una de las paredes de su oficina, tenía colgados los mejores de todos los años. Este año había separado dos que sin duda se habían llevado las palmas.
Uno era de uno de sus alumnos mayores, Ramón, quien había escrito que él lo que quería conseguir este año era PAZ. A Benjamín le pareció un propósito fundamental y tomándole copia a la hoja, se propuso enmarcarla y ponerla en una de las paredes de su oficina.

La que verdaderamente lo cautivó, fue la de uno de sus alumnos pequeños, el buen Andrés, quien había escrito con una letra decidida y ordenada;

Este año voy a ser feliz con lo que tenga.
Voy a disfrutar del momento.
Sólo eso buscaré para este año.
Benjamín no podía dejar de ver esta hoja y comprender la gran verdad de las palabras de este pequeño estudiante suyo. Entendió que tenía algo muy poderoso en sus manos y se puso a pensar en cuanta energía y emociones negativas se hubiera ahorrado él, siguiendo o buscando el ser feliz en el ahora con lo que sí tenía y no sufrir por lo que no tenía. En disfrutar cada momento con lo que sí es y no pensando en lo que hubiera, o en lo que no era.
Benjamín decidió escribir estas dos pequeñas oraciones en unos papelitos rectangulares. Puso uno en su cartera, otro en el espejo de su baño y otro en su cuaderno.

¡Que gran regalo le había dado el pequeño Andrés!, ahora él estaba enfocado en como se regalaría a él mismo este regalo. Estaba decidido en que día a día, lucharía por que así fuera.
Bonita semana,
Jorge Oca