El pan caliente de Taita y de Manuel

Taita estaba sentado en la proa de la barcaza real. Estaba en la posición de mando de la flota de su amada reina Lostris. En unos minutos iniciaría la cacería anual de hipopótamos. No cabía de contento. Era uno de sus eventos preferidos.

Taita era un eunuco y tenía a su cargo diversas funciones en la Casa Real del alto Egipto. Astrónomo, filósofo, ingeniero y financiero. Su influencia en la corte era enorme. Como siempre, uno de los esclavos le traía un té con hierbas cultivadas y preparadas por él mismo. Y su pan caliente.

Aunque tenía acceso libre a cuanta comida, bebida o preparación que cualquier cocinero real hiciera, su gran debilidad era el pan. Pero caliente. No entendía como la gente del pueblo o de la corte lo pudiera comer frío.

Unos tres mil años después de esa fresca mañana, mi amigo Manuel me comentaba ayer en la comida que no podía entender como alguien podía comer pan frío; que la diferencia era enorme.

Es increíble como nos hemos acostumbrado a comer pan frío.

Nos conformamos y bajamos nuestros estándares.

En muchas cosas de nuestras vidas.

Lo cierto es  que también «damos pan frío«. En lugar de entregarlo caliente a nosotros mismos, en nuestros hogares, en nuestros trabajos, a nuestro Dios, o a tu no dios (por aquellos que dicen no tener).

Supongo que es tema de esfuerzo adicional. De tener estándares más altos. De exigencias mayores. De hacer las cosas bien.

La vida es corta.

Tómate tu pan calientito.

No dejes de «dar tu pan» también calientito.

Define tus estándares.

Muchos Saludos

JOF

 

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