Ashanti estaba emocionada. Ir a cazar changos con su padre era lo que más le gustaba. Todavía no creía lo fácil que era. Escogían un coco y le hacían una apertura suficientemente grande para que el chango metiera la mano. Luego ponían arroz dentro y el hambriento mono venía, agarraba el arroz y no lo soltaba.
Llegaron entonces, atraparon al mono y lo llevaron a casa a la jaula. Sorprendentemente fácil.
Esa tarde, Ashanti le daba un poco de fruta al nuevo chango en la jaula chica, mientras platicaba con su abuela. «Ese chango precioso me recuerda, Ashanti, de cuando no perdonamos a otros. Estamos atados y amarrados a aquello que no queremos perdonar de los demás. Podríamos “simplemente” soltarlo y ser libres. Seguir con nuestro camino, gozar y ser felices. Pero en contra de nuestra propia conveniencia, escogemos no soltar “el puñado de arroz” que nos lastima y nos esclaviza.»

Ashanti sabía que cuando la abuela empezaba a hablar, era mejor callarse, escuchar y aprender. La abuela era sabia. «Era por todos los años que tenía encima», decía ella. Ashanti se atrevió a confirmar lo que la abuela había dicho : “¿O sea que el más beneficiado en perdonar somos nosotros, abue, pero dime y como perdono, como suelto el arroz que no puedo soltar?»
«Pues mira Asha, hay cuatro formas efectivas para perdonar: La primera es minimizar; muchas veces es mejor abandonar o soltar un conflicto que tratar de resolverlo. Te tienes que preguntar si el problema es suficientemente importante como para perder contacto o romper con tu gente querida. Cuando el tema es pequeño, esta técnica puede funcionar.
Cuando la falta es un poco más importante, el perdón no-verbal funciona. Es mostrar afecto después de un pleito. Unas palabras de acercamiento, una muestra física…

Cuando el problema es un poco mayor, el perdón explícito; decir «te perdono» es a veces necesario. Aquí ya tienes que esforzarte mas para «soltar el arroz» y puede afectar tu orgullo y a veces dar o entregar algo que quieres. Los «caminos cortos» o atajos para el perdón no necesariamente funcionan.
Finalmente para conflictos importantes está la discusión. Es necesario en temas y afectaciones importantes sacar todo lo que hay que sacar.
Hay ocasiones, Asha, en que caemos en el perdón condicional o en el seudo-perdón. Estas dos condiciones también son «trampas de monos», son un puñado de arroz emocional que no soltamos por nuestro enojo y amargura; nos perdemos de nuestra libertad. Seguimos esclavizados.

«Para evitar estas trampas emocionales de mono, Asha, debes de intencionalmente decidir, no caer en ellas. Soltar el arroz requiere paciencia y mucho auto-control. Cuando escoges perdonar, recuerda que no es caridad; la primera beneficiada eres tú. Cómo decía un cuento budista; “… eres como un hombre que quiere lastimar a otro y toma un carbón ardiendo … y primero se quema él mismo”. El perdón, Asha querida, beneficia al que perdona mental y físicamente.”

Deseo que tu chango se deshaga de los puñados de arroz que lo tienen lastimosamente atrapado. Que desarrollemos un repertorio para perdonar que nos permita vivir más libres, más felices y más ligeros.
¡¡Abrazo equipo !!
Jorge Oca
Anónimo
muy buena esta meditación, gracias
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