Los peregrinos estaban emocionados por comenzar su camino rumbo a Santiago de Compostela. Se habían preparado durante meses. Física, mental y emocionalmente. Acababan de salir de su misa de envío y tenían frente a ellos una caminata de 28 kilómetros. Algo así como 7 horas.
Todo estaba listo para partir hacia su camino.
Si embargo, había una gran diferencia entre los dos. Uno cargaría una pequeña mochila de viaje y enviaría su equipaje hacia su próximo destino con un servicio que muchos peregrinos utilizaban. Su amigo y compañero había decidido cargar su mochila entera. Unos 20 kilos extra.
Habían discutido hasta el cansancio sobre querer cargar todo su equipaje y después de decirle por enésima vez, «Eres una mula testaruda”, comenzaron el camino.

El que iba ligero disfrutó de la mañana, pudo apreciar los paisajes, los olores y poco a poco fue desconectándose de su pasado y entrando en «un modo zen».
Para la mula orgullosa, el día fue mucho más complicado.
Primero le empezaron a doler los hombros por las correas de la mochila. Luego comenzó a sudar como un verdadero puerco desesperado. La espalda comenzó a quejarse muy pronto y todo terminó cuando por ahí del kilómetro 20, se logró lastimar su rodilla izquierda.
Su amigo, primero lo vio ranquear, luego lo vio quedarse atrás, hasta que llegaron a un cruce de caminos en donde no pudo más y se derrumbó sobre su mochila. Lloraba desconsolado porque se daba cuenta de lo que su necedad le había costado.
Se daba cuenta de que no había necesidad alguna por hacer EL CAMINO y además cargar la pesada mochila.
Aunque otros lo hubiesen hecho así.
¿Qué carambas le quería demostrar a quién?
¡Cómo era posible que ante esta necedad no había logrado escuchar el consejo de tantos amigos y familiares!
El increíble dolor finalmente lo había hecho detener – a fuerza – su innecesaria necedad.

¿Cuantas mochilas andas cargando en tu vida que son de verdad innecesarias?
¿Cuanta carga extra trae tu mochila que no tienes que cargar, ni te toca cargar, ni te hace bien cargar?
¿A quienes quieres demostrar tantas cosas como para que tu vida se complique, sea más pesada y menos llevadera?

¿Qué sacrificios estás haciendo en cuanto a tiempo, cariño, dinero y demás por algo que de verdad, si lo piensas, no tiene caso alguno?
Probablemente para satisfacer a tu ego, para demostrar que tienes la razón – a pesar tuyo y de los tuyos – o alguna razón de verdad ridícula.
¿Es que el espíritu de «la mula orgullosa» es tan fuerte que a veces no logras imponerte o estar consciente?
Te invito a revisar constantemente lo que traes en tu mochila y a desechar lo que no tienes que cargar. Carga muy pesada en tu mente, carga en tu corazón y en tu espíritu. La vida se puede llevar mucho mas ligera.
Cuando vamos ligeros normalmente disfrutamos mucho mas de la vida, de la naturaleza, de la gente y hasta de nosotros mismos.

Pudiera ser en sí, uno de los propósitos más importantes de nuestras vidas.
Sería padrísimo tener una báscula que antes de salir cada día a la vida, pudiésemos pesarnos y sacar lo extra.
Abrazo y te deseo que vayas ligero en tu camino.
Jorge Oca
Anónimo
Muy cierto!
Viajemos mi querido Oca, cada vez va más ligeros!
Ya apartaste el 21 de febrero?
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Anónimo
Definitivamente vivimos para alguien más o para los demás siempre creando una expectativa que no somos me explico hay momentos que si es bueno cargar mochilas de otros pero no por ayudar si no por enseñar (en el caso de los hijos) pero tendran la oportunidad de que los soltemos en esta historia llamada vida mientras es afirmativo viajar sin peso que no ocupamos es mejor viajar y vivir ligero
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Anónimo
GRACIAS, POR LAS BREVES LECTURAS MUY REFLEXIVAS.
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Anónimo
Hacer el Camino implica muchas cosas. Hacerlo caminando con tu mochila, para mí, tiene que ver más con hacerte cargo de lo tuyo, de ser responsable de lo que cargas en la vida. Caminar con 20 kg es, entre otras cosas, imprudente. No peleo el uso del servicio de transporte, pero sí creo que se ha abusado del mismo.
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