Cuando el león, «se extraña a sí mismo».

El león estaba francamente molesto y perturbado. Había sido un año francamente desastroso. Todo había empezado mal cuando una jirafa le había dado una increíble patada y casi le había roto la cadera. El dolor había sido insoportable y varias veces pensó que no podría lograr seguir adelante.

Por supuesto que no podía permitirse el que nadie de la manada  – menos aún de otras manadas – se dieran cuenta de su dolor. Cualquier macho joven hubiera reclamado su puesto con una pelea a muerte y él no se podía dar el lujo. Así que fingió bien y bonito y por arte de los dioses de la selva, logró curarse.

Cuando aún no estaba curado, sufrieron varios  ataques de un par de grupos de hienas que andaban cazando por su territorio. La terrible hambruna que azotaba esa parte de África, había ocasionado que el delicado equilibrio se rompiera. Perdieron tres ñus, dos leonas adultas y cuatro cachorros en esos terribles ataques. Simplemente fue demasiado.

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La última temporada en donde las hembras quedaban cargadas también había sido un desastre. Solo un par quedaron preñadas. La manada lo volteaba a ver como si algo estuviera de plano mal. Los había escuchado cuchichear…

Lo peor es que el gran león también empezó a tener dudas y su autoestima, que siempre estaba por los cielos, ahora andaba como la de un gatito casero.

El león extrañaba las cacerías en donde mataban varias presas a la vez. Extrañaba cuando todos tenían las barrigas a reventar. Extrañaba esas tardes en dónde se sentían todos contentos, protegidos y seguros. Extrañaba escuchar las carcajadas de los pequeños, de las leonas. Pero sobre todo extrañaba su propia carcajada. Extrañaba su alegría, extrañaba su entusiasmo, extrañaba su liderazgo. Extrañaba al verdadero yo, al yo del león seguro, poderoso y alegre.

Se daba cuenta de que sin duda muchos de los acontecimientos de su entorno lo habían hecho distraerse, lo habían hecho pensar de maneras en que normalmente no pensaba. Lo habían hecho sentir de maneras en que los leones normalmente no sentían. Hasta se daba cuenta de que se estaba volviendo adicto a sentimientos de  miedo, de duda y de angustia. Los días en que todo parecía bien, buscaba en su mente pretextos o memorias para lograr sentirse mal.

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Un buen día se dio cuenta de que lo que verdaderamente extrañaba era a él mismo. 

Al pensarlo se puso de pié de inmediato y caminó hasta la gran piedra que servía como lugar ceremonial. Sabía que siempre seguirían sucediendo diversos temas, problemas o retos en el exterior. Siempre los resolvía. Se tenía a él mismo, a su Dios y a los demás. No estaba sólo.

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El gran león caminó con el pecho erguido, con el cuerpo preparado y al llegar a la cima, lanzó su tradicional rugido. Estaba de regreso.

¿Que tanto extrañas a tu verdadero yo?

¿Te han distraído o confundido diferentes temas que están sucediendo en el exterior y que no dependen de ti?

¿Te has olvidado de quién eres?

¿De repente te has sentido sólo y abandonado?

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Tu mente es gran parte de la solución. Es fundamental vivir cada día, disfrutando y agradeciendo lo que sí tienes. El darte cuenta que vivir en el pasado sólo hace que tú presente no sea disfrutado y aprovechado.

Todos esos pensamientos negativos que traes arrastrando del pasado; de tu familia, de tus amigos, de tus «negocios» y de tu pareja solo harán que te acompañen durante todo el tiempo mientras no pongas orden y comiences a vivir y a disfrutar del momento.

Sólo si cambias tu mente, cambiarás tu vida. Si creas el pensamiento correcto, entonces crearás el sentimiento correcto y serás feliz ahora. Tu pensamiento «incorrecto» creará una perturbación que puede durar hoy, mañana y hasta la siguiente vida. Si sigues pensando que tu realidad es consecuencia de lo que te ha sucedido en el pasado, entonces seguirás viviendo lo mismo. No lograrás cambiar ni ayudará a crear tu presente ni tu futuro.

Te deseo que logres crear, a pesar de esa mente «inquieta», un presente lleno de pensamientos y por tanto sentimientos positivos y «correctos».

Que el león o la leona que hay en ti surja y ruja como sólo tú puedes hacerlo.

Abrazo y bonita semana.

Jorge Oca

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