Soltar el osito…

Julio estaba enamorado de su osito. Lo acompañaba de día y de noche. Lo podía abrazar y sentirse seguro con él. Julio tenía 2 años y su osito era parte de él. Era suyo. No se imaginaba si algo le pasara y lo perdiera. Solo de pensarlo sentía en su estómago sensaciones que nunca había sentido. Por supuesto que no lo compartía. ¿Cómo iba a hacerlo si era de él?

Su madre, que lo amaba en serio, le compró para su cumpleaños un oso mucho más grande. Julio había crecido y su oso anterior ya era muy chico, para niños mucho más pequeños…

Cuando su mamá le pidió a Julio su osito, él se resistió con todo su ser a entregarlo. El día siguiente era su cumpleaños, y su nuevo oso —mucho más bonito, grande y especial— lo esperaba sin que él lo supiera.

Así somos nosotros.
Nuestro Dios, el Universo, tiene preparados para nosotros regalos y caminos que no alcanzamos a imaginar. Una vida en donde la abundancia —en salud, economía y sobre todo en amor— no tiene el límite que creemos.

Nuestro Creador, que nos ama incondicional, inmensa e infinitamente, tiene para nosotros un “grandísimo oso”. Pero para recibirlo, necesitamos soltar ese osito viejo, chiquito, gastado… pero al que estamos aferrados por miedo, por ansiedad, por costumbre o por creencias que ya no nos sirven.

Aquí es donde entra The Surrender Experiment de Michael A. Singer.

Singer descubrió —y lo vivió de verdad, no como teoría— que cuando sueltas el control, cuando dejas de aferrarte a lo que conoces y permites que la vida te guíe, la vida te sorprende con regalos que jamás imaginaste. Su experimento fue justamente ese: dejar de luchar, dejar de controlar y rendirse —no en derrota, sino en confianza absoluta.

Eso mismo nos pasa a nosotros:
Aferrados al osito que creemos indispensable… sin darnos cuenta de que Dios ya puso uno mil veces mejor en camino.

Ese trabajo que ya no te corresponde.
Esa relación donde el amor no fluye.
Esa creencia que te hace pequeño.
Ese miedo a lo nuevo que te impide ver la puerta abierta.

Cuando confiamos en Él —de verdad confiar, no de palabra— empieza el milagro.
Cuando soltamos, Dios actúa.
Cuando dejamos de controlar, aparece el oso grande.

Singer lo explica así: la vida sabe más que tú, el Universo está a tu favor, pero funciona solo cuando te abres a lo que llega y sueltas lo que ya no sirve.

Ahí cambia todo.

Él nos creó. Él tiene el Plan. Él sabe qué osos maravillosos nos corresponden.

Confiemos.
Soltemos.
Rindámonos a su guía.

Y experimentemos cada día «los nuevos osos» que se nos presentan —esas oportunidades, personas, caminos— que a veces resistimos porque seguimos abrazados al osito viejo.

Cuando viene realmente de Dios, la vida se vuelve no solo mejor… sino más amplia, más luminosa y más verdadera de lo que jamás imaginamos.
La paz reemplaza al miedo, la gratitud desplaza a la duda, y nuestra energía amorosa comienza a fluir sin esfuerzo.
Y entonces lo vemos: el camino que tanto buscábamos siempre estuvo ahí, esperando a que soltáramos el osito para poder caminar hacia nuestro verdadero destino.

Abrazo cariñoso,

Jorge Oca

Deja un comentario