En Nepal, el último gran terremoto fue devastador. Miles de construcciones sufrieron grandes daños y al derrumbarse, miles perdieron sus viviendas y sus vidas. Resulta que en Nepal el sistema de construcción es artesanal y no necesariamente usan varillas de acero para las columnas.

En Japón, con muchos más sismos y mas fuertes, los daños son mínimos por el sistema constructivo que tienen y mantienen.
La pregunta es directa; ¿En tu caso, el sistema constructivo que manejas para tu persona, para tus relaciones, para con tu trabajo y tu Dios…? Es más bien artesanal tipo Nepalí, o mas bien tus estándares, reglas y procedimientos son Japoneses?
¿Te andas resquebrajando todito y sarandeando bien y bonito ante un buen vendaval?
¿O resistes y aguantas un muy buen terremoto? Si, se movió todo y se cayeron varios adornos, pero la construcción aguantó bien.
En Nepal dicen que el terremoto “grande” viene cada 60 años. Bueno fuera saber con certeza cuando, como y demás…
Los únicos responsables por nuestros cimientos y nuestras columnas reforzadas con acero del bueno somos nosotros.
Algunos vivimos creyendo que Él es quien nos refuerza y sostiene.
Nuestros cimientos son las convicciones profundas, los valores, la fe.

Y el acero que refuerza esas columnas es Dios mismo.
Él es quien le da consistencia a lo que somos.
Sin Él, la estructura humana se vuelve frágil; con Él, puede resistir los golpes y movimientos más duros.
No es casualidad que Jesús hablara de construir sobre roca y no sobre arena.
El que construye con Dios no evita los temblores, pero cuando llegan, permanece en pie.

Y eso también es nuestra responsabilidad.
No basta con rezar o tener fe como si tuviésemos una capa superficial.
Porque la vida no se trata de si habrá o no tormentas, sino de si estaremos listos para resistirlas.
Hay que permitirle a Dios que penetre hasta el alma, que refuerce nuestras columnas más internas: la confianza, la esperanza, el amor, el perdón.

Solo así nuestra vida será una construcción sólida, capaz de resistir la sacudida del dolor, de la pérdida o de la duda.
Cuando una estructura se refuerza con acero, no se ve la diferencia a simple vista. Pero se nota cuando la tierra tiembla.
Lo mismo pasa con el alma que se apoya en Dios: puede parecer igual que las demás, hasta que llega la prueba… y entonces, permanece firme, serena, viva.

Abrazo queridos,
Jorge Oca
Anónimo
Sería maravilloso que los seres humanos entendiéramos desde un principio de nuestra conciencia que los cimientos son nuestra base para todo en nuestra vida. Desafortunadamente no es así, pero si en algún momento de nuestras vidas nos podemos dar cuenta de eso, podríamos garantizar una vida más plena en el amor.
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