El Puerco Espín y su Carta Anual. Cuento de Navidad.

El pequeño puerco espín estaba encantado. Apenas acababa de aprender a escribir y tenía una tarea frente a sí increíble. Su corazón le saltaba de su pequeño pecho en donde unas espinas apenas salían…

Era la época en donde la comunidad dejaba de trabajar y se juntaba en familia a celebrar al Gran Padre de la Creación. Celebraban que Él era su Creador, que Él les había dado TODO lo que había en su querida tierra. Celebraban en lo personal que TODO lo que eran y tenían era porque se les había “prestado” y que de alguna manera ellos tenían que hacer un buen uso para ellos y para la comunidad.

Este era el objetivo más importante de sus vidas como puerco espines; utilizar sus talentos y dones para el beneficio de los demás y de la comunidad.

Uno de los momentos más importantes en la vida de un puerco espín, era el momento en que hacía su primera Carta Anual. Todos los años, cerca del día en donde era más de noche que de día, la comunidad hacía cartas al Gran Padre.

Desde tiempos inmemorables, la comunidad entera, le pedía, le rogaba, le suplicaba, que no dejara que la obscuridad en el día fuera más que la luminosidad que el sol brindaba. Nadie quería que los días fueran solo obscuridad.

Photo by Pixabay on Pexels.com

Con el tiempo, los líderes espirituales entendieron que en la vida de cada puerco espín, la luminosidad y la obscuridad coexistían. Entendían que era algo normal y que de hecho, para que existiera la luminosidad, tenía que existir la obscuridad.

Sin embargo, todo el objetivo es que la luminosidad en nuestras vidas, en nuestros seres, ocupara el mayor tiempo posible. Como en aquella época en donde los frutos del campo y los animales brillaban en esos días en donde la obscuridad aparecía, solo durante poco tiempo y era dominada por la brillantez del sol, por el espíritu del Gran Padre.

El pequeño puerco espín sabía que su carta era importante. Sabía que lo que pondría en ella sería leída por el Gran Padre. Sabía lo que tendría que contener su carta.

Lo primero sería el agradecimiento. Agradecerle calmada, objetiva, profunda y apasionadamente por todas las bendiciones que había recibido durante este ciclo de la batalla, entre la luminosidad y la obscuridad. Sabía que primero le agradecería por lo que había recibido en su pequeño gran ser. Por esa mente que sabía que le funcionaba tan bien. Por ese corazón que sentía y amaba tan intensamente. Por esa parte que tenía dentro de su ser y que quería conectarse de alguna manera con su Creador. Este agradecimiento lo tenía emocionado, porque quería decirle y expresarle por escrito tantísimas cosas. Quería tomarse el tiempo para hacerlo. Sabía que era justo y que era necesario y que de alguna manera lo quería hacer.

Luego sabía que en la carta agradecería por todos los puerco espines que el Gran Padre le había permitido y de alguna manera querido que compartieran su vida. El pequeño puerco espín quería agradecer de manera especial por sus padres que tanto lo habían cuidado y atendido. Él sabía que en el fondo era parte de ellos y ellos parte de él. Nunca olvidaría cuando su padre lo defendió con su vida del ataque del felino ese horrible. Había salido mal herido, pero el haber sentido con claridad lo que era que alguien decidiera dar la vida por él, lo había marcado profundamente. Había entendido lo que un amor incondicional significaba.

Photo by Pixabay on Pexels.com

Agradecería con despacio por los demás puerco espines de su querida comunidad. Es cierto que circulaban historias sobre otras comunidades y otros puerco espines en el sentido que eran mejores y demás. Parte del motivo de la carta era agradecer por lo que tenían, siendo conscientes de que el Gran Padre les daba lo que más les convenía. El puerquito sabía que había cosas que entendería mejor cuando fuera grande. Pero le habían inculcado que Confiar en el Gran Padre era uno de los pilares mas fuertes de una vida que transcurriera en la luminosidad.

Uno de los propósitos más importantes del Agradecimiento era decirle al Gran Padre que lo amaba y que era la parte central de su vida.

Le decían que la obscuridad aparecía cuando esa confianza se tambaleaba o se distraía.

Photo by Irina Iriser on Pexels.com

Esta era una de las partes importantes de la carta. La de expresarle al Buen, Amado y Gran Padre el que Confiaba en Él. Era decirle que aunque había tenido en su corta vida momentos en donde la obscuridad le había hecho sufrir, dudar, quejarse, reclamar y hasta decirle cosas horribles, él quería, deseaba y decidía vivir el más tiempo posible en la luminosidad, en el agradecimiento, en el gozo y en el servicio. Que le pedía su ayuda para que los momentos de obscuridad fueran pocos, no tan intensos y que sirvieran también para valorar su vida luminosa, creativa, gozosa y bella.

La parte final de la carta anual era también fundamental. Era la parte de las promesas. En la comunidad de los puerco espines, las Promesas, con mayúsculas eran tomadas muy en serio. La Promesa era la versión escrita o verbal de una Decisión. Cuando algún puerco espín Prometía o se prometía algo, era porque expresaba su Decisión.

«Prometo cuidar mi cuerpo» significaba «Decido cuidar mi cuerpo». Prometo cuidar mi mente, prometo cuidar mi espíritu. «Prometo amarte» significaba, «Decido amarte«. «Prometo hacer mi mejor esfuerzo», significaba decidirlo.

Desde pequeños, les habían inculcado el Poder de la Decisión en sus vidas. Era una enseñanza fundamental. Les decían que había muchas cosas sobre las que no podían decidir. No podían decidir si llovía mucho o poco, no podían decidir que no hubiesen terremotos, tormentas o lluvias de estrellas. No podían decidir sobre plagas, o hasta sobre ataques de las diferentes bestias que vivían en su querido bosque. El poder que SI tenían era sobre sus decisiones. Decisiones que cambiaban sus vidas y las de los demás. Había que ser cuidadoso con lo que se decidía a cada momento. Por eso las promesas en la Carta Anual eran tan importantes.

Así que muy emocionado, inspirado y listo, el pequeño puerco espín se dispuso a escribir su carta…

En estos tiempos, nuestro planeta transita por días en donde la obscuridad es mayor que la luminosidad. Es probable que en nuestras vidas también pueda ser cierto. Te invito a que te tomes tu tiempo y escribas tu Carta Anual. Tu carta de agradecimiento, tu carta de expresar tu confianza en Él y tu carta de promesas o decisiones que hoy haces para el siguiente ciclo y para tu vida.

Solo tú puedes y debes hacerla.

El Gran Padre la leerá con gran cuidado y amor. Como siempre, nos seguirá conduciendo hacia la luminosidad, aunque a veces sin querer queriendo andemos metiéndonos en lugares obscuros.

Te abrazo con cariño y deseo que tu vida viva el mas tiempo posible en la luminosidad, en la calidez, en el gozo y por supuesto en el amor.

Una gran parte depende de ti… 

Decídelo y siempre lucha por eso…

Jorge Oca

Deja un comentario