El Poker y El Dealer

Estábamos listos para ir al aeropuerto. Maletas cerradas, cuartos entregados y esperábamos a que el grupo se terminara de juntar para tomar el taxi. Aprovechábamos y jugábamos las últimas manos de póker en el casino. Victor me platicaba sobre un tema familiar y me decía que él no veía como se fuera a arreglar.

Como muchas veces ocurre, Dios arregla nuestros asuntos de la manera en que más nos conviene. Muchas veces no lo entendemos, pero sin duda que es la mejor manera. Para nosotros y para los demás.

Victor me decía que no estaba de acuerdo con lo que le decía. «Además ingeniero, he tenido muy mala suerte en la jugada.» Perdía de nuevo y decía que le quedaba suficiente dinero para jugar un par de manos mas.

Le dieron sus dos cartas y le salió un 2 y un 7. «¡ Carajo !» Gritó por lo bajo, pero con un tono de gran desesperación.  Para colmo de males, en las tres cartas que abría el dealer, salió otro 7. Tendría que apostar el dinero que le quedaba y esperar ganar con un par francamente malo.

Subió y bajó los hombros y se paró de la mesa para ya retirarnos. Me puso cara de “ni modo”. Solo quedaba que el dealer abriera las últimas dos cartas. Cuál sería nuestra sorpresa cuando nos enseñó dos preciosos 7’s.

¡¡Póker de 7´s!!

poker de 7.jpeg

Estupefactos vimos cómo le pagaron y pagaron montones y montones más  de fichas por ese juego que parecía no tener nada.

¡Que manera de aprender el mensaje!

¿ Cuantas veces pensamos que tenemos una mala mano; un problema muy fuerte y se arregla casi milagrosamente ?

¿ Cuantas veces terminamos siendo mejores personas cuando finalmente se arregla ?

¿ Cuantas veces nos han tocado “problemas” y el resultado es que hemos dejado de hacer cosas que nos afectaban ?

¿ Cuantas veces el resultado del arreglo vino de la persona o de un evento en que jamás lo pensamos ?

¿ Cuantas veces hemos querido “levantarnos de la mesa y tirar todo” para que finalmente y milagrosamente se arregle nuestro asunto ?

Quisiera pensar que el dealer de nuestra vida es Dios y que nos va dando «las cartas» que más nos convienen. Quisiéramos ganar todas las manos, pero El en su sapiencia y gran amor por nosotros nos da los juegos que nos convienen. Todo lo que nos ocurre es para nosotros – o para alguien más – y por alguna razón importante.

Confiemos en El.  Aunque parezca que no hay manera. Aunque parezca que tenemos una muy mala mano. El nos dará las cartas que nos convengan.

¡Feliz juego!

JOF

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